Nuevo orden/ Tiempo dorado, de Tamara Domenech

Tiempo Dorado
Tamara Domenech
Publicaciones digitales
20019

Por Noe Vera

Internet, ciudad del Siglo XXI ¿qué pasajes nuevos entre tus vías, qué sorpresas para lxs hartxs de andarte y vagabundearte?

Hay entre nosotros una nueva editorial digital con veintidós títulos en su catálogo. Y esto es lo especial: veintidós títulos de aparición simultánea y de una sola autora, autogestora cultural, autoeditora. TD firma las tapas de estos libros que corresponden a la firma. TD es Tamara Domenech y las siglas también de su Tiempo Dorado.

Vamos a empezar por el principio y decir que Tiempo Dorado es un conjunto de obras, un corpus, alojado en una plataforma digital, que contiene obras de todo tipo en cuanto a forma, formato y género (hay libros visuales, audiovisuales, poesía, dramaturgia, novela, relatos). Muchos libros fueron ya editados y publicados, pero otros permanecían inéditos hasta ahora. ¿De qué se trata entonces todo este conjunto? Podríamos verlo como un nuevo gran espacio lleno de regalos para todx aquel que ame perderse en la experiencia de la buena lectura. Pero antes de que el vértigo y la sed de leer nos hagan perder el rumbo, vayamos de a poco.

Si entramos a Tiempo Dorado , el catálogo nos pone frente a un mosaico, hipnótico por la belleza de sus colores y formas, enigmático en su condición de representación. Son las tapas de los libros que lo conforman. Si nos detenemos en cada pieza, percibimos que cada figura mimetiza la parte de un cuerpo. El perfil de una rodilla, los bordes de una mano cerrada, la curva del metatarso de un antepié. Posibles lugares donde se asienta o resiente el trabajo de artista, donde recae el peso de este tiempo que brilla reunido aquí como obra integrada, acabada en sus partes, sí. Y en su conjunto, también: trabajada por el sello autoral TD que le dio vida de principio a fin pero con la apariencia fresca y vital de lo nuevo, lo que empieza, lo que sigue construyéndose.

Dice Tamara en una nota reciente: “Con esta plataforma creo que tenso relaciones de poder hacia otros lugares, personas, relaciones, la vida como un eterno desacomodamiento. Hacer que las cosas quietas se muevan lleva un trabajo enorme, pero sin ese movimiento, me apagaría”. Y recuerdo una conversación que tuvimos sentadas a la mesa de mi cocina una tarde: “El trabajo es irrepresentable -me decía- no se puede poner en palabras, las palabras son mentirosas, el que lo sabe es el cuerpo”.

Volvemos entonces al mosaico: el primer nivel de esta nueva obra de Tamara Domenech. Si se nos ocurriera componer la figura total que resulta de la unión de las piezas, obtendríamos una silueta particular. La silueta de un cuerpo tan deforme como incompleto. Impreciso pero reconocible: un cuerpo, a la medida de cada intérprete. Como a punto siempre de mutar hacia otra forma, hacia otra interpretación. El nombre de este óleo sobre papel que constituye las tapas de los libros en Tiempo Dorado es Polimorfa. Retengamos ese nombre.

Y volvamos a este otro: Tiempo Dorado. Es claro que la referencia es a los once años de trabajo ininterrumpido hecho por Tamara Domenech. Porque el arte y la vida son un continuo laboral para ella, una dupla indisociable. Pero Tiempo Dorado no es medida de tiempo, no es segmento de una línea que empieza en 2008 con la finalización de alguno de estos libros y termina en 2019, con el reciente lanzamiento de la página. Tiempo Dorado es este espacio novedoso frente a nosotrxs, que se nos ofrece como un mundo paralelo. De apariencia familiar, hecho con la lengua que nos hermana pero creación de un imaginario rico y espeso motivado por la voluntad de dar respuesta a las preguntas existenciales más hondas.

“Trabajar sin dejar de pensar en quién soy”, dice Tamara en uno de sus prólogos . Y este tópico del trabajo no deja de aparecer en sus obras como en El amoroso , que, sirva de prueba, empieza así: “¿Cuántas bolsitas de pan por día tengo que anudar para llegar a fin de mes?, ¿serán 100, miles, infinitas? Esta es una pregunta que me hago a cada rato y nunca termino de responderla”.

Las preguntas y la dimensión filosófica de cada detalle que compone la vida de personas y personajes alcanzan una naturaleza expansiva en la poética de TD: son el motor de la acción en los relatos y guían la búsqueda de todos los proyectos poéticos. Cito una de las primeras páginas de la novela En tu día, donde la protagonista exhibe la configuración de su rol materno a través de una puesta en cuestión permanente de cada decisión que toma en la organización de la fiesta de cumpleaños de su hijo: “El silencio de Nene es una característica de su personalidad que con los años se acentúa y con ellos mi incapacidad para entenderlo y me pregunto: “¿estaré festejando su cumpleaños porque necesito ponerle sonido a su manera de ser? ¿Los festejos habrán sido recuerdos en un primer momento? ¿Estaré decorando preguntas con guirnaldas, globos, golosinas? ¿Querré tener un hijo distinto? ¿Estaré organizando esta fiesta para que otros niños me demuestren su cariño? ¿Hasta dónde es capaz una mujer de dominar el destino de una familia?”.

Cada paso en esta epopeya que resulta un festejo familiar abre interrogantes y despliega conflictos que diluyen la solidez de los personajes como entidades cerradas. Y esto abre también posibilidades inesperadas para el flujo narrativo. A fin de cuentas, lo inesperado es una especie de marca de agua en las obras de TD. Para tener una experiencia extrema de esto, recomiendo leer Yapa, antología de pesadillas con finales felices que condensa esta operación, un viaje casi lisérgico de relatos delirados entre la ternura y el punk.

También en algunos libros de poesía TD barre con la subjetividad más clásica del género y evita el yo lírico para dar lugar a un abanico de primeras personas que orquestan los poemas de sus libros. Esto pasa en La escuela, el castillo; por mencionar uno. O en el libro audiovisual Sueños. No hay yo poético que organice los versos sino un oído y una voz que registra, recorta, traduce y recrea los paisajes auditivos que pueblan sus días.

En Santos lugares, por ejemplo, hay una imagen para cada voz escuchada en el tren que la lleva desde y camino a casa. Son pinturas las que entraman “las propias palabras con las de atrás, las de al lado, hacia adelante hasta crear un lenguaje rueda capaz de trasladarnos donde queramos, sin que haya arriba abajo, adentro afuera” dice Tamara en referencia a este curso paralelo y particular, antijerárquico.

En Dije, en cambio, otro procedimiento coopera en la prolongación de la voz poética y su alcance: la presencia de al menos tres lenguas. Cada texto de este libro tiene su traducción en QOM y en inglés como ofrenda de agradecimiento para la comunidad que tanto le enseñó a la autora y como regalo para una artista americana admirada, fuente de gran inspiración.

“Qom” significa de ombligo a ombligo, o de hermano a hermano, no el que es nacido de una misma madre, sino el que habla nuestra lengua. Tiene tres letras que designa: el cuerpo, la cosmovisión y la naturaleza. Y cito esta definición por cercanía al sello identitario TD. Me gusta pensar esta figura autoral como un abrojo, un cuerpo que avanza al que se le prenden las voces e imágenes que le rodean, tal como las ve. De ellas se nutre, con ellas crece, las pone en movimiento, les da otro circular. Y finalmente interviene de este modo su naturaleza.

Basta pensar en Recolección , el poemario-muestrario en el que TD une obras de arte no propias y objetos (sustraídos a las calles de sus trayectos diarios) a poemas que escribe luego de hallarlas. “Una manera de pintar sin tiempo, de escribir en la observación, de pensar una muestra», en principio, privada. Más o menos así se describe este proyecto nacido de la necesidad de responder a la insurgencia de interrogantes varios entre los cuales me quedo con este: «¿en qué momento se fractura lo que deseamos de lo que dejamos de amar?”.

Frente a esta curiosidad empática y melancólica, TD explora las veredas y recolecta cuadros viejos, dibujos a mano alzada, figuras de madera, una puerta pintada: ve arte todavía en donde otros ya vieron basura.

Polimorfa, recordemos, se llama la obra partida que constituye las tapas de estos 22 libros, colgados como ofrenda divina en el museo vivo universal llamado Internet. Polimorfa porque múltiples son las formas de imaginar de TD y de acuerparse,1 por qué no. De hacer ombligoombligo a través de su arte con otrxs, saber quiénes son, qué hacen, cómo se unen sus vidas. Para TD la calle es el ínfimo límite que nos separa de otrxs y la ciudad es el espacio donde se pierden personas, animales y cosas y la ilusión de encontrarlos.2 Y así es como la poesía de Tamara Domenech da un paso hacia la etnografía y otro hacia el activismo. Si en Recolección la artista se abastece de la madre vereda, el tiempo dorado es circular como el de madre natura. El mundo material se integra con el mundo viviente: en la novela En tu día hay una marca de ropa llamada New Order, que diseña prendas adaptables para mascotas, objetos, humanxs, plantas. Los cuerpos se mimetizan, en un mundo de estas características, se confunden entre sí, aprehenden de su entorno y por supuesto aprenden.

En lo personal, me resulta imposible leer a Tamara y no aprender de ella. Y creo que aprender será infinito también para el lectxr o espectadxr de Tiempo Dorado que entra a esta sincronía y vuelve a la suya indefectiblemente transformadx.


1- “acuerpamiento” llama Lorena Cabnal a la acción personal y colectiva de nuestros cuerpos indignados ante las injusticias que viven otros cuerpos. Que se autoconvocan para proveerse de energía política para resistir y actuar contra las múltiples opresiones patriarcales, colonialistas, racista y capitalistas (Fuente: Suds).

2- Sueños, libro audiovisual, colección especial. Ediciones Presente, 2017.



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