Diego Colomba. El lado de la sombra / Blanco a la cal

El lado de la sombra
Diego Colomba
Buenos Aires
Barnacle
2020


Donde pega el sol

Un animal
preso
del instinto
de su dueño
que responde
a la violencia
del lazo
no comprende
la calle
que cruza
(se asusta
con el aire
caliente
de los caños
de escape)
se vuelve
una mancha
incandescente
de luz.


Más allá de cualquier inventario

Los habitantes de la casa se han ido a descansar. Nadie, felizmente, te reclama. Podés seguir recostado en el techo de la galería, entre marañas de cables y ramas. Entrever desde allí la lejanía del cielo. Una chispa de vida. Pero hay sombras o pájaros como dioses que hacen crujir las chapas. Y se niegan a dejarte solo.


Darío significa el que posee el Bien

Sabías que lidiar a diario con baterías
envenenaría lentamente tu sangre
pero decías sonriendo tristemente que no
tenías apuro mientras tuvieras una botella de whisky
a mano y las bateas heredadas repletas de vinilos
pero ahora que llegó la nochebuena y debés conformarte
con una copita de sidra que sabe desabrida en tu boca
en tu sangre largamente irradiada y la música
que suena en los altoparlantes del club no merece ser
interpretada por nadie y los cohetes que estallan
parecen anunciar tu propio apocalipsis personal
decidís salir a saludar al predio que cuidás desde hace un tiempo
por decisión de una comisión directiva que te quiere
dar una mano viéndote arruinado y a pesar de que la música
funcional sigue sonando un silencio helado crece
entre los enchispados concurrentes que contemplan
tu cuerpo aparecido como si fuera la osamenta de un ángel caído
en la que apenas reconocen la melancolía celeste
de unos ojos que por fin se saben verdaderos.


El lirismo lleva adelante una empresa imposible

Antes de volar por el espacio te despediste de tus padres
en ese chalecito que tenían en las afueras de la ciudad.
Recorriste el humedal de los alrededores dejaste que la lluvia
te mojara los pantalones (te estabas despidiendo del mundo).
No era para menos. Los juncos sumergidos parecían decirte adiós
con sus cabelleras ondulantes una abeja caminaba
sobre la manzana mordida que habías dejado sobre la mesa
la taza de té hasta el tope se derramaba un poco
con cada gota que impactaba en el agua sucia: un continente
como el planeta que estabas dejando atrás como la nave
que te llevó hasta la base espacial como el océano de lava
que no dejaba de caracolear (apenas una imagen del misterio)
para que tus fantasmas salieran nuevamente a la superficie
de tus días se pudrieran en contacto con el aire encapsulado.
Te sorprendiste en una cama de hule con los zapatos puestos
y una mano levemente crispada añorando un destino diferente
cuando tu vida apenas se había dado vuelta como un guante…

+

Blanco a la cal
Diego Colomba
Toluca
Universidad Autónoma del Estado de México
2019


El más extenso

Si hubiéramos colgado tu maltratada piel al sol, como una alfombra que se pone a orear en las lindes de la casa, habríamos distinguido seguramente en el conjunto de tus señas el párpado caído, las innumerables cicatrices, los lunares que intentamos vanamente secar durante años con rodajas de papa. ¡Cuánta verdad irradiaría todavía ese viejo trapo repugnante!


Estación abandonada

Cruzo el yuyal alto hasta dar con un cartel. Su mensaje se ha borrado con los años.Pero al acercarme me doy cuenta que las letras se pueden leer de canto: «FERRICARRIL DEL SUD/ AVISO AL PÚBLICO/ ES PROHIBIDO/ TRANSITAR POR/ LAS VÍAS». Me vuelvo entonces sobre mis pasos. Satisfecho. Mi lenguaje y yo tenemos los días contados.


Las achuradoras

Llevaban
ropa blanca
visiblemente
manchada
con sangre
y hasta tres
largas
cuchillas
sin vainas
en las axilas.

Un mediodía
las descubrí
jugando
a la sombra
de la vereda:

caminaban
en parejas
riendo
—y conversando—
por el medio
de la calle
de tierra.

El abuelo
—sentado
en la mecedora
del porche—
las saludó
inclinando
un poco
la cabeza.

Con voz
queda
me explicó
después
que no
eran malas
solo eran
mujeres
que no
querían
ser
molestadas.


Nunca quisiste quedarte solo

Si hubiera querido que el tema
fuera el amor de un hombre por una mujer,
¡no lo habría titulado “Solaris”!
Stanislaw Lem


Te encantó la idea de un mundo que diera forma a tus sueños más oscuros
y te pusiste a revolver con la cuchara un plato de sopa bien espeso:
ahí tenías el Océano de un mundo inexplicable al que debías enviar a un viudo
a reencontrarse con una mujer hermosa y deprimida y una tripulación perturbada.
Pero como a muchos les sucede la hechura de la obra te distrajo de la idea sustancial
y te la pasaste renegando con pasillos cibernéticos, presupuestos estatales, música electrónica
y algunos efectos especiales para martirizar la carne de una joven actriz.
No sospechaste, sin embargo, entre tanto ajetreo, de un psicólogo —tu único héroe—
de su inclinación malsana a tender analogías.
¡Lo habías logrado! Estabas, por milagro, en otro mundo, remoto y a todas luces impenetrable
—tal vez era la sombra de un dios la que ensuciaba insidiosamente tus encuadres—
pero vos no querías dejar de orbitar alrededor de los planetas Mamá y Papá
en la trillada cosmogonía de una historia de amor.


El descargo

Convivimos
sanamente
¿y por qué no?
con alegría
alguna
que otra
vez.

Puedo
dar
fe.

De esto.

Hacinados
entre cables
pelados
una luz
que parpadea
y sin estufa.

¿Tengo
algún
derecho
a pedir
más?

¿Usted
sí?

No pienso
insolarme
por un diseño
curricular
absurdo.

Perdonemé.

Es verdad:

no sabemos
a ciencia cierta
hacia dónde
vamos.

Pero, ¿cuál
es el problema?

Las cosas
marchan
y lo hacen
a su modo.

Eso es algo.

¿No le parece?

No negaré
el desorden
de la clase.

Pero prestan
un poco
de atención.

La necesaria.

Leemos,
escribimos,
conversamos.

Ahí
tiene algo
irrefutable.

Datos,
observables.

Usted podría
asentarlos
en mi cuaderno
de actuación
si saliera
alguna vez
de su despacho.

Lo demás
es fantasía
de relleno.

Divagues
de cientistas
de la educación.
No es cinismo,
Señora Directora.

Hay mucha
cháchara
en nuestro PEI (1)

Y demasiada
hipocresía
en todo.

Lo que falta
es realidad:

sudor, mocos
mal aliento
pelo ensortijado
y sucio
caspa y acné
timbres chillones
argot pleonasmos
y anacolutos
(perdone
el tecnicismo).

La verdadera
materia
del lenguaje.


1- Proyecto Educativo Institucional.


Es un error pensar que se puede detener la vida personal

Esta ropa vieja y húmeda a la que no se le deben mirar los dientes
que huelo mientras revuelvo como se huele una piel desconocida
puede ser mía —si lo deseo— de ahora en más.
La madrina de mi hermana la ha dejado en una bolsa de cartón flamante
como si hubiera venido directo a casa desde la tienda
aunque se trate de la ropa que su familia ha dejado de usar.
No por eso nos sentimos humillados, por el contrario, lo entendemos
como un gesto sensible de su parte (entiende nuestra delicada situación)
y tampoco nos da la gran lata por ello: deja la bolsa y pasa a otros [menesteres.
Pero la vida es algo grave y se prueba en la encrucijada más banal:
¿me quedo o no me quedo con una campera roja de béisbol
(hecha en Norteamérica dice la etiqueta)
a la que no se le notan sin embargo los bolsillos descosidos
y un par de zapatillas de cuero que nunca tuve?
Aunque hayan pertenecido a un chico que al decir de todos en casa le falta un hervor:
se ríe de cualquier cosa o no pueden bajarlo como ahora de la mecedora
donde no para de hamacarse indiferente a los
juegos de la gente de su edad.



Links

Más datos y textos de Diego Colomba en op.cit. «La hospitalidad del mundo» / «Inmemorial»
Textos críticos del autor en op.cit. «Devenires respiratorios. A propósito de Sobre el asma, de Irene Gruss» / «Una hiena en mi vereda. Un poema ligero de Mirta Rosenberg»