Tamara Domenech: El movimiento del poema

Reseña y preguntas a la poeta Tamara Domenech (La Plata, 1976) sobre su libro Una burbuja en el pico de una botella publicado por Eloísa Cartonera (Buenos Aires, 2020). Agregamos poemas del libro.

Por Gabriela Bejerman

“Queremos lo que queremos porque nos gusta”. Queremos estar en nuestros poemas. Queremos movernos como se mueve la poesía. Saltar entre revelaciones, de un verso a otro, más adentro de los sueños sagrados que transforman el mundo en un hábitat que nos aloja desde el momento en que podemos construir fantasías sagradas. “Nadie le pide nada a nadie. / Excepto estar en su poema. / Un dibujo sagrado con los colores de los sueños”. 

En este libro, cada verso es una oración. Pero el punto no se usa como clausura, sino como trampolín donde rebotar, donde dar un paso aéreo y lanzarse hacia un nuevo lugar. Cada verso es un deseo soltado al aire. “Vayámonos por ahí a hacer un dibujo azul que borre. / Invitadas por la silueta de otro lugar”. Quien lea estos invitantes poemas de Tamara Domenech entregará la angustia del orden y elegirá, en cambio, desplazarse mediante pasos de baile, trazos coloridos. “Construyo un carrito para la escritura. / Lo engancho en la parrilla de atrás de una bicicleta verde antiguo. / Yo no escribo para inventar. / Escribo para expandir”.

Bailando como locas en el living de tus pensamientos. / Aunque nos digan. / Locas son las palabras”. Seamos tan locas como las palabras, que pueden unirse para expandir nuestras casas, siempre cercadas por la rutina en la que criamos a les hijes. Torcer la mirada es la única manera de permanecer libres. La escritura poética es el ejercicio de esa libertad, de ese movimiento: “Somos cazadoras de los pájaros que sueñan buscándose en el aire”. “Las palabras también se escapan. / Somos las que creemos tocar”. “Buscamos las estrellas que no se ven”. Alto, lejos, más. “Las palabras nacen de la luz. / Querer saber no es un esfuerzo. Es un fluido”. En el movimiento, en la danza, hallaremos el cuerpo del poema, eco de nuestro propio cuerpo. ¿Qué tienen las palabras para revelarnos en aquello que escriben nuestros cuerpos? Bailando vendrá. Y nuestro íntimo foco incandescente se encenderá al tomar forma.  “Una lámpara poema. Un poema luminoso”. 

Entre lo sagrado y lo cotidiano, la poesía nos permite tocar el mundo. Abrir los ojos, parpadear entre palabras dislocadas. “Hay vida sin mostrar en el fondo de las cosas”. Para eso hay que bailar, desplegarse en el trazo que se asoma casi sin intención: “Para indicar hay que moverse. / Escribir no es sentarse”. Mientras el poema avanza, el mundo se abre: “Las palabras crean lo que ven”. Escribiendo dejamos de ver lo de siempre. Escribir es propiciar la hora mágica en que el tiempo doméstico se detiene y nos amparamos en el deseo, nos otorgamos una visión auténtica: “Removemos la tierra, la olla, los mandatos. / Los poemas son coincidencias de ocasión”.

Tamara responde a algunas preguntas que surgen de la lectura de Una burbuja en el pico de una botella

¿Cuál es la relación entre el cuerpo y la casa en este libro? 
Es de extrañeza, una relación desacomodada. Un cuerpo vuelve a habitar una casa, después de haber estado muchos años fuera. Eso implica volver a recorrerla, como refugio y castigo a la vez. Imagino a alguien que calca o dibuja la silueta de sus cosas sobre un papel y deja de reconocerlas.

¿Y entre cuerpo y mente? 
Cuerpo y mente muchas veces están disociados. Durante los años que escribí el libro, trabajaba ocho horas por día, entre que iba y venía del trabajo se hacían diez o doce. En ese entonces mi hijxs eran chicxs y yo lxs extrañaba y así ese extrañamiento mutuo nos hacía enfermar, es decir, que el cuerpo sabía que lo que dictaba la mente no servía realmente. Creo que, desde cada lugar, en el que unx trabaje me parece que es indispensable esta relación para vivir de manera afirmativa. Por eso, desde la práctica docente, sobre todo en materias que se estructuren en torno al lenguaje, me parece  que es fundamental darnos la posibilidad de inaugurar, a través de las palabras, espacios de expresión, de comunicación, de puestas en común, de imaginar otras maneras de trabajar y vivir que no sean escisiones, sino que nuestras partes estén unidas, aunque haya dudas. Apelar a la fantasía, las ideas y a la acción para que la vida no sea reproducción solamente, y que no pase desapercibida.

Tiempo y escritura: ¿Cuál es la acción de la poesía en el tiempo? ¿Captarlo, entrar en él , detenerlo, preservarlo?
El tiempo en la poesía quizá consista en captarlo dentro de un cuerpo, y que éste a su vez sea el que lo defienda de otras miles de tareas que afrontamos día a día. Para mí, la escritura es dejarme llevar por un dibujo, reflexión, expansión de las posibilidades de las personas en una unión mente, corazón, cuerpo. Y la defensa de un espacio en la que deseo estar sola para escuchar las reminiscencias de lo vivido.

¿Qué movimiento ocurre en un poema?
El movimiento en un poema se parece a una caminata apurada, un paseo, estar acostada y mirar el techo, también bailar con otra persona, disfrutar donde te lleva la improvisación, no saber qué canción será la siguiente, cómo se mezcla en tu corazón la luz artificial con la natural, qué caras o qué expresiones adopta, abandona o deja pasar la persona o las personas con las que estás. También es bailar sola, la libertad.

¿Qué posibilidad dan las palabras? 
Poner patas para arriba el mundo, la casa, las relaciones. Permiten desacomodar un orden dado, dar vuelta algo. Cualquier objeto irradia una constelación de preguntas, conocer el revés de lo que se muestra es un acto de amor, de desnudez.


Poemas

Globo.
Niño rojo.
Te inflo de infinito.
Así creamos una danza en el día que respiramos.
Si te vas te pongo una estampita en la mochila.
Yo no creo.
Para que nunca te pasen cosas malas.
Que un árbol enreda.
El azar es pinchudo.
El viento se vista inalcanzable.
Globo.
Niño azul.
Te inflo con tus ojos alegres.
Así creamos la astucia de los objetos que se ríen de la actuación de las palabras.
Somos una condensación.
Un festejo común de vírgenes y veredas, santos y casas.
Creo en todo lo que dicen.
Prefiero la ingenuidad.
Mi trato con vos es de un color claro.
Globo.
Niño amarillo.
Te inflo hasta el sol.
El hilo que está atado a nuestros cuerpos.
Así sostenemos las maravillas con una mano.
Y las soltamos invisibles en la noche.
Viento.
No lo lleves tan lejos que no lo pueda ver.


*
Se nos vuelca un vaso de agua en el piso del patio.
Intentamos secarlo con pajitas y se expande hacia otros lados.
Un hombre le pregunta a su mujer por qué no compró pañales.
Una manada de pájaros vuela hacia su nido.
Una ambulancia estaciona en la avenida Nazca.
La copa de los árboles nos tapa la cara de esmero.
Si ensuciamos escuchamos el paisaje.
Llenamos un balde y dejamos que rebalse, con tal de no ver siempre gatos y palomas.
En cambio de pasar a otra cosa llevamos un registro.
En tal casa tal palabra.
En tal casa tal silencio.
Y mientras tomo nota vos tirás gotas a los vecinos.
Una varita mágica nos hace actuar directamente.
La lluvia.
Un mensaje.
Alguien fijándose en nosotros.
¿No tienen nada más útil para hacer?
Escuchamos.
Y tiramos pajitas para que sigan el dibujo hacia las casas que no vemos.
Nos alejan con trapos amarillos.
Si cerramos la puerta los experimentos se tuercen.
Queremos avanzar.
Cuanto más lejos vayamos más posibilidades.
Descalzos y con vasitos comenzamos una caminata.
Qué palabras existen en las veredas.
Qué imágenes tienen sus silencios.


*
Construyo un carrito para la escritura.
Lo engancho en la parrilla de atrás de una bicicleta verde antiguo.
Yo no escribo para inventar.
Escribo para expandir.
La mente de un elefante de cristal.
Quieto en una repisa contiene el aire de la prehistoria.
Movida. Lo vuelvo fresco.
Transparente y quebrado a la vez.
La calle es el lugar de los sonidos.
Yo desconfío de la palabra recompensa aunque me atraiga.
Si busco me desconozco.
Prefiero llevar atrás.
Un carrito de madera en el cual hubo frutas.
Una mamá con su bebé en la espalda.
Produzco una oxigenación.
El viento en la piel de los pedales.
Las piernas conduciendo la visión.
Yo no escribo para el tiempo.
Soy parte de una fantasía.
Donde las acciones son rosas.
Los pájaros cantan en los patios de las casas.
Campanas en las iglesias.
Una radio dentro de las ambulancias.


*
Montados a un caballo negro con la montura dorada llegamos a un castillo negro con una puerta dorada de papel.
Adentro hay un anciano inútil y gracioso.
Su cabello le llega a las rodillas con los colores de un plumero.
De una mano cuelgan sus dedos con anillos de colores y de la otra un péndulo.
Su cuerpo de gaviota, ablanda un sillón de madera y almíbar.
Sus ojos son lombrices en un pantano.
Con una voz aguda dice, si llegan a un lugar es por encantamiento de los sentidos.
Yo no temo cuando entro a una fiesta con alguien de la mano.
Aunque esa persona no tenga el olor que necesito.
El anciano repite, de mi silla nace el hogar.
Las palabras crean lo que ven.
Yo me siento muda.
Vos te acercás a los muebles para comprobar su verdad.
Y se deshacen las alfombras y los caireles de las arañas.
Nos volvemos ancianos de mirar.
Las palabras comienzan a decorar los dormitorios de la mente.
Y dejamos de ver un árbol después de otro.
Vos me sacudís con fuerza sacándome del cuerpo una ilusión quemada.
Me gritás algo así como lo que vale son las palabras movidas por animales.
Yo descubro una ventana y la señalo.
Abrazada a tu cadera lloro anillos de oro.
Para indicar hay que moverse.
Escribir no es sentarse.



Tamara Domenech (La Plata, 1976)

Poeta, artista visual, docente. Es Licenciada en Comunicación Social (UNLP), Diplomada en Gestión Cultural (UNSAM). Dirige Ediciones Presente.

Una burbuja en el pico de una botella, Buenos Aires, Eloísa Cartonera, 2020
En tu día, Buenos Aires, Nebliplateada, 2019
Posibilidad, Villa Ventana, Editorial Maravilla, 2019
La escuela, el castillo, Buenos Aires, El Ojo del Mármol, 2018
Recolección II y Sueños Barriales, Buenos Aires, Libros Audiovisuales, Ediciones Presente, 2017
Ilusión, Biblioteca Popular Ambulante, 2016
Recolección, Buenos Aires, Zindo & Gafuri, 2015
Poemas en el jardín, Zorra Poesía, 2010
Las elegidas y Ropero, Buenos Aires, Belleza y Felicidad, 2009

Links
Blog de la autora. Tamara Domenech
Datos sobre la autora y textos en op.cit. «Nuevo orden», por Noe Vera / «La Intensidad inocente», por Daniel Samoilovich