Graciela Cros: Pampa de Huenuleo

A principios de 2017 se presentó el nuevo libro de la poeta Graciela Cros, Pampa de Huenuleo (Buenos Aires, Ediciones en Danza), del que presentamos poemas y un comentario sobre su proceso de escritura realizado por la autora.*

g_crosGraciela Cros (Carlos Casares, provincia de Buenos Aires, 1945) reside en San Carlos de Bariloche desde 1971. Publicó los siguientes libros de poesía: Poemas con bicho raro y cornisas (Ensayo Cultural, 1968); Pares Partes (Buenos Aires, De la Flor, 1985); Flor Azteca (Buenos Aires, Del Dock, 1991); Decimos (Bariloche, co-autoría, 1992); La escena imperfecta (Buenos Aires, Último Reino, 1996); Urca (Buenos Aires, Libros de Tierra Firme, 1999);  Cordelia en Guatemala (Buenos Aires,Siesta, 2001; 2da. ed., Bariloche, Ediciones La liebre gris, 2013); Libro de Boock (Buenos Aires, Ediciones en Danza, 2004); La Cuna de Newton (Buenos Aires, Ediciones en Danza, 2007); la pequeña obra reunida Hacer la de Elvis-Re/escrituras (Buenos Aires, CILC, 2009);  Mansilla (Buenos Aires, Ediciones en Danza, 2010) y Cantos de la gaviota cocinera. Antología personal  ( Madrid, Amargord Ediciones, Colección Candela, 2013). Como antóloga preparó Marcas en el tránsito, Antología de Poetas Jóvenes de Bariloche, selección y prólogo (Buenos Aires, Último Reino, 1995). En narrativa, publicó la novela Muere más tarde (Buenos Aires, Colihue, 2004), Primer Premio de la Secretaría de Cultura de la Nación por la Región Patagónica, además de tres volúmenes de cuentos. En 2003 editó el disco compacto Cordelia en Guatemala / Poemas leidos por su autora. Su obra, distinguida y traducida en diferentes oportunidades, aparece en antologías del país y del extranjero; entre ellas: Poesía en tierra (Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2005); Antología de Poesía de la Patagonia (Málaga, Cedma, 2006);  En el revés del cielo, Diálogo entre dos orillas (Buenos Aires, Paradiso, 2006); Poetas argentinas (1940-1960) (Buenos Aires, Ediciones del Dock, 2006); Poesía Río Negro, (FER, 2006); 200 años de poesía argentina, con selección y prólogo de Jorge Monteleone (Buenos Aires, Alfaguara, 2010);  Perras (Buenos Aires, Ediciones en Danza, 2010); El cine y la poesía argentina (Buenos Aires, Ediciones en Danza, 2011); Amor/Muerte, (Buenos Aires, Ediciones en Danza, 2015) y La frontera móvil (Barcelona, Ediciones Carena, comp. de Concha García, 2015).

Pampa de Huenuleo

¿Hay sol ahí en Pampa de Huenuleo?
¿Hay sol ahí en Pampa de Huenuleo
o sólo hay frío, hielo y muerte?

¿Hay sol ahí
o hay mujeres arrojadas al descampado,
asesinadas, violadas, comidas por los perros?

Desaparecen mujeres
cerca de uno.

En Arrayanes, Frutillar, Malvinas,
San Francisco, Omega, Pilar,
en Nahuel Hue, Mutisias,
El Maitén,
en los barrios,
diagnostican.

¿Y más allá de Pampa de Huenuleo,
en Jacobacci, Lipetrén, La Lipela,
en Mamuel Choique, Pichi Leufu, Comallo,
en Cuesta del Ternero, Somuncura,
Ñorquinco?

¿Más allá de Pampa de Huenuleo,
en la Línea Sur,
también
diagnostican?

¿En Maquinchao, El Foyel, Los Repollos,
Blancura Centro, Los Menucos,
lejos de Pampa de Huenuleo,
diagnostican?

Y desaparecen,
desaparecen cerca de uno.

¿Los niños
que también desaparecen
duermen
en panteones del cementerio?
¿En garitas oscuras?
¿Ahí sueñan?
¿Ahí hay que buscarlos
vivos o muertos?

¿Hay sol en Pampa de Huenuleo
o sólo hay panteones,
garitas, frío, hielo y muerte?
¿Hay sol
o hay panteones para dormir
morir en el cementerio?

Micaela, Natalia, Ruth,
mujeres madres de Agustín,
Braian, Matías, Gilda, David, Lucía,
hijas de Ramón, Carmen, José, Teresa.
Hijos que ya no verán crecer.
Padres que ya no verán morir.

¿Hay sol ahí donde están
en el descampado?

Desaparecen cerca de uno.
¿Pueden desaparecer tantas mujeres cerca de uno?

¿Con el cuerpo molido a patadas,
ahorcadas y colgadas de una soga,
quemadas en el fuego de un incendio,
heridas de bala o arma blanca,
violadas, violentadas,
solas en Pampa de Huenuleo?

Oyarzo, Painefil, Muñoz, Bastidas,
Sepúlveda, Gatica, Cheuquepán,
Meliñanco,  Huenchul,
¿ustedes también desaparecen cerca de uno?

¿Bajo el sol en Pampa de Huenuleo?
¿O bajo el frío, hielo y muerte en Pampa de Huenuleo?


A modo de diagnóstico del estado de la ciudad las autoridades hablan de violencia familiar, desprotección infantil, desempleo, subalimentación de las madres, embarazos adolescentes, chicos solos en sus hogares. Insisten hay violencia de género, falta de trabajo, ancianos solos; faltan servicios básicos, agua potable, cloacas, gas. Reiteran: violaciones en el seno familiar, abuso infantil, maltrato y muerte de mujeres y menores por golpes; niños y adultos mayores durmiendo en panteones del cementerio. Así se suman al diagnóstico, al diagnóstico del organismo, al diagnóstico del organismo en el marco del proceso, al diagnóstico del organismo en el marco del proceso de elaboración, al diagnóstico del organismo en el marco del proceso de elaboración del plan estratégico, al diagnóstico del organismo en el marco del proceso de elaboración del plan estratégico para el crecimiento, al diagnóstico del organismo en el marco del proceso de elaboración del plan estratégico para el crecimiento de la ciudad. Finalizan diciendo: No queremos crear falsas expectativas.

Bajo el sol desaparecen en Pampa de Huenuleo.
Bajo el frío, el hielo de la muerte
desaparecen
en Pampa de Huenuleo.

 

El progreso de la huerta

Detrás de mi casa
la huerta progresa
y yo
a 500 kilómetros de distancia
la imagino
y escribo sobre el tema.

Llevo el torso desnudo
y el pequeño departamento
en el que estoy
a 500 kilómetros de distancia
acumula
una temperatura media de 38 grados
mientras el sol
afuera
incendia el piso de cemento,
calcinado despojo del mundo.

El rectángulo del patio
parece salido de la máquina de rayos
debajo de la cual me pongo cada día.

La palabra carcinoma significa pérdida de ilusión.

Escribir con el torso desnudo,
descalza
y con los pechos colgando frente al teclado
es, por lo menos, una experiencia novedosa
y carece, por completo, de impostura.

En la ilusión la hay.

No es que me esté internando en el África
o me piense en El corazón de las tinieblas
pero en esta ciudad
no tengo un solo amigo,
ni siquiera tengo un conocido
y esta obligada permanencia
se parece a un destierro.

Por otra parte
nunca antes
me senté a escribir
casi desnuda
en la libertad total
del cuerpo a gusto
sin la hipocresía de la ropa
sudando como animal
en el calor valletano
y la crisis personal,
la enfermedad.

 

La compañía de la vida

Afuera llueve
y adentro
hay una pequeña huerta
que asoma en las macetas.

Tomates cherry, ajíes, aromáticas.
Bendiciones de invierno.
La compañía de la vida
en sus breves detalles.

Llueve en el frío
del cercano agosto
y el abedul
detrás de la ventana
concentra pajaritos en racimo
anunciando la nieve
que baja de los cerros.
Está ocurriendo todo
ante mis ojos
y alguien
que no quisiera ser
sólo registra tu ausencia.

 

Morgue Fiorito

En el patio de la Morgue Fiorito
un niño enfermero
pone ante mí
el cuerpo de mi madre.

Antes subo a un avión pensando que está viva.
Que su fuerza va a sacarla del trance
y no tendré que enfrentar 1600 kilómetros después
la contundencia de su muerte.

Rezo el Padre nuestro, el Credo, el Ave María,
todo lo que recuerdo del catecismo infantil
brota espontáneamente de mi boca.
Pienso en prometer cosas
que impliquen sacrificio
y nada se me ocurre.
Me bloquea
el pánico a su muerte.

Después
en el patio de la Morgue Fiorito
un niño enfermero
pone ante mí
el cuerpo de mi madre.

Antes, afuera, en la vereda,
hay mugre, hay palomas,
hay cosas vivas
y papeles que vuelan.
Hace calor y el niño enfermero
obligado a tramitar partidas
se ocupa de nosotras.

Es un niño de finales,
descensos.
Un niño funerario
que cumple su tarea.

La ubica frente a mí
y pide en voz baja que yo la reconozca.
Este niño demanda
justo
aquello
que no quiero admitir.

¿Por qué es un niño
quien la traslada
de un interior oscuro a un patio carcelario?
¿Por qué es un niño y no un verdugo?
¿Es una morgue el patio carcelario
o es una prisión?

Ella está ahí, la veo, entregada,
y yo la reconozco,
inclino mi cabeza, asiento,
digo
sí, es ella, es mi madre.
Pero sé que no lo es.
Ella no está ahí,
ella se ha ido a otra parte.

El niño enfermero
ha hecho su trabajo con cuidado.
Ha alzado la cabeza de la cama
y el resultado es teatral.

El niño funerario
la ofrece al ojo que la observa
y ese ojo es el mío.

Hay un silencio
de austera majestad en el trono de muerte.

Al verla surge en mí el impulso
de caer de rodillas, implorar, despertar
y huir de esa pesadilla,
rogar a cielos, dioses, santos,
un poco de consuelo en el desgarro.

Alrededor
no hay sala ni salón ni oficina
ni siquiera pasillo o tinglado.
Hay un patio cuadrado,
gris, un patio al aire libre,
carcelario,
y aire que por unos segundos
la despeina.

¿Por qué está ahí y no
a bordo de un navío de plata
con sus velas hinchadas por el viento?

Esa quieta, ahí, esa ausente,
con su boca apenas entreabierta,
dormida, emperatriz, emperadora,
reina y señora, ama ilustrísima, amada,
la cabeza inclinada
para no ver a quien la mira
en su lecho mortaja,
presa de su pudor,
esa quieta, ahí,
esa es mi madre,
es ella,
ella entera en su muerte,
indiferente y lejos.

Volvamos a la escena.
Un dolor en el brazo la despierta.
Las 4, 5, 6 de la mañana,
tal vez antes,
adentro,
bien adentro
de la madrugada.
Duele también el paladar.
Llaman al médico.
Llega una ambulancia.
Dos la examinan y recomiendan
urgente internación.
Infarto, infarto, hablan de infarto, infarto.
Por venir, precipitándose
o ya en acto.
Infarto, la alzan
y se la llevan velozmente.
Ella pregunta
adónde voy,
insiste, dónde me llevan.

Una fuerza me tira
contra el piso y me hunde
en el presente.

Asisto al trabajo del final.
Soy testigo de cargo.

En el patio de la Morgue Fiorito
un niño enfermero
me saluda,
sale de escena
y la lleva con él
a pasos lentos,
al fondo del recinto,
al lugar más seguro de la muerte.

 

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Pampa de Hueneleo, de Graciela Cros, Buenos Aires, Ediciones en Danza, 2017.

*  Nota de la autora.
Pampa de Huenuleo es un libro que se escribió durante mucho tiempo y a pesar mío. Hay en él contenidos que evité durante años por lo dolorosos que era para mí tratarlos hasta que, finalmente, tuve que escuchar ese llamado de los textos y sentarme con ellos y rendirme, vale decir, escribirlos. Un detonante fue la horrible sucesión de femicidios, crímenes tremendos contra mujeres jóvenes que azotaron Bariloche a comienzos de 2016. Venía con ese tema de la violencia social creciente rondándome desde mucho antes; ya en 2013 y mientras hacía con el músico y compositor Pablo Rassetto una serie de recitales le mostré a él el primer borrador del texto Pampa de Huenuleo para que entre los dos hiciéramos algo, lo pensé como un rap para nuestro espectáculo de música y poesía. Me había enterado que dormían menores en panteones del cementerio y ese fue el punto de partida al que, lamentablemente, fueron agregándose más y más atrocidades.
Pampa de Huenu​leo es la franja geográfica ubicada detrás de Bariloche, el Bariloche recostado sobre el lago que es tan visitado tiene su lado oscuro, como todos tenemos, y se localiza allí, en Pampa de Huenuleo, donde se agrupan los barrios más humildes y la injusticia social es grave. Me costó mucho decidir este título para el libro. También ayudó la idea de utilizar nombres propios en mis títulos, idea que ya es teoría y ha generado estudios diversos acerca del tema. Una vez más, nombres propios. Y esta vez un nombre propio asociado a la crueldad social, la violencia, la inequidad, el olvido, la intemperie. Pampa de Huenuleo como título es metáfora y a la vez no lo es, señala con intención de visibilizar un lugar desamparado que ahora, con gestos aislados pero contundentes, comienza a hacerse notar. Hay en el libro otros textos a los que me rehusé y ya ven, con poco éxito, como el de «Morgue Fiorito» o «La liebre gris» o «Movies» hacia el final. Todos tocan esa zona candente y vulnerable de la pérdida. Tal vez por ese peso resolví cerrar el libro con otro tono, otra atmósfera, más leve, más fresca, diría, hasta risueña, de tres textos a los que deliberadamente llamé «Crónicas alemanas», crónicas porque me atrae y en todos mis libros se advierte, creo, mezclar poesía con relato, contar historias en las que despunte el humor, la irreverencia o una divertida ironía, y alemanas porque, efectivamente, «narran» acontecimientos ocurridos en una visita a Alemania. Por último señalaría que lleva un epígrafe de John Berger que estaba puesto en el inicio del libro mucho antes de su muerte. Eso me sumó convicción acerca de su publicación, el querido Maestro Berger estará en mi libro. Algo que quiero destacar: la tapa lleva una foto del reportero gráfico de Bariloche Chino Leiva, un artista de la fotografía que aporta su reconocido y sensible registro al resultado total del libro.