Una oreja verde. Poesía para el Día de las Infancias

Esta antología de poemas sobre las infancias se basa en la realizada para la segunda edición del ciclo de poesía Poeplas (en colaboración con Mochila Libros) que, también bajo el título “Una oreja verde”, se desarrolló en agosto de 2019 en el espacio cultural Casa Safiras de la Ciudad de Buenos Aires. Para la actual publicación fue revisada y ampliada con algunos otros textos. La selección y las lecturas de poemas estuvieron a cargo de Vanna Andreini, Valeria Cervero, Larisa Cumin, Florencia Fragasso y Melisa Papillo.

Por Poeplas y Mochila de Libros


Un señor maduro con una oreja verde

Un día, en el expreso Soria-Monterde,
vi subir a un hombre con una oreja verde.

Ya joven no era, sino maduro parecía.
salvo la oreja, que verde seguía.
Me cambié de sitio para estar a su lado
y observar el fenómeno bien mirado.

Le dije: Señor, usted tiene ya cierta edad;
dígame, esa oreja verde, ¿le es de alguna utilidad?
Me contestó amablemente: Yo ya soy persona vieja.
pues de joven solo tengo esta oreja.
Es una oreja de niño que me sirve para oír
cosas que los adultos nunca se paran a sentir:
oigo lo que los árboles dicen, los pájaros que cantan,
las piedras, los ríos y las nubes que pasan;
oigo también a los niños cuando cuentan cosas
que a una oreja madura parecían misteriosas…

Así habló el señor de la oreja verde
aquel día, en el expreso Soria-Monterde.

GIANNI RODARI
En Francesco Tonucci, Con ojos de niño, traducción de Fabricio Caivano, Barcanova, 1987.


Ilustración: Edith Vera

Versión Primera
Ríe esta niña
y su corazón
es todo una fruta de seda colorada.

Versión Segunda
Salvaje fruta,
esa sonrisa que viene desde la tierra
y se calza en el pecho
de la niña.

EDITH VERA
De El libro de las dos versiones, Ediciones Radamanto, Villa María, 1998.


Ahora cierro los ojos

Ahora cierro los ojos
y pienso en mi infancia,
en una pelota de goma que pateaba
feliz, con todas mis ganas,
contra la pared llena de sol.
Hasta que la pelota sigue rebotando
sola, interminable, aunque deje
de hacer el esfuerzo
por recordar.

JUAN CARLOS MOISÉS
De Conversación con el pez, ilustraciones de Pablo Picyk, Editorial Maravilla, Villa Ventana, 2017.
Larisa Cumin lee a Juan Carlos Moisés


Caballito

Eran una niña y su madre.

Esta piedra parece un caballo,
dijo la niña,
y se hincó junto al agua.

La madre abrió las manos
y el caballito galopó
hasta la página.

MARÍA TERESA ANDRUETTO
De Kodak, en Pavese/Kodak, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2008 (ed. orig. Argos, 2001).


Como si yo fuera su novia

Como si yo fuera su novia
me regaló un hermoso, inmenso
perrito de peluche, y acto seguido
me quedé fulminado
con aquella mascota inesperada
en medio de la calle.
–Es para vos, me dijo.
–Gracias, le dije, tratando de disimular
algo que ni siquiera yo mismo conocía
y que empezaba a tomar forma
en aquel instante, como una alegría incontenible
de perrito chihuahua, o algo así…

OSVALDO BOSSI
De Como si yo fuera su novia, ilustrado por Marcelo Tomé, mágicas naranjas, Lanús Este, 2013.


Saltar soga en la noche

A Belinda Harriford le gustaba saltar a la soga de noche.
Sus padres le repetían:
—No saltes soga en la noche
esa no es hora de saltar—
pero ella saltaba y saltaba
toda la noche sin parar.
Y así fue que un monstruo, un fantasma o algo así
tomó la forma de la sombra de Belinda Harriford.
Cuando Belinda saltaba
su sombra también lo hacía
cuando Belinda paraba
su sombra lo hacía también
cuando Belinda corría
la sombra la perseguía.

ROBERTA IANNAMICO
De Saltar soga en la noche, ilustrado por Pablo Picyk, Ralenti, Buenos Aires, 2019.
Florencia Fragasso lee a Roberta Iannamico


Pilpintos

el viento trajo los pilpintos
pequeñas chispas de fuego
mensajes de la abuela

se convierte en mariposa
el aire
cuando danza

yo quiero oír tu voz
jatun mama
desde este costado del río
preguntarte la semilla
el color de mi piel

lo fugaz

se convierte en tempestad
la mariposa
cuando danza

ahora el viento recoge sus pilpintos
breves chispas de luz
brotes de olvido

según las horas que viajan
decías
viven las mariposas

soy tu niño extasiado
demorando flores que vuelan

arawiku
en el viento los pilpintos
por detenerlos
en mis manos

arde el sol

SANDRO RODRÍGUEZ
En De la tierra floreciente. Poesía de Abya Yala, compilación de Raúl Tamargo, Ediciones A capela, Buenos Aires, 2020 (ed. orig. Kunturi, Deacá, Villa Mercedes, 2019).


Caminan. Dos niños
corren e interrumpen
la vida antigua con vida pequeña.

NOELIA RIVERO
De Cuánto durará la casa de los gatos, Editorial Maravilla, Villa de la Ventana, 2020.


Otoño

Recién empieza
el año interminable
de los recreos.
Sé que el árbol del patio
se marchita sin gritos.

HORACIO CAVALLO
De Poemas para leer en un año, ilustrado por Matías Acosta, Calibroscopio, Buenos Aires, 2019.


Ilustración: Vivi Chaves

Papá Oso

mi papá es un oso polar
aparece a las noches
desde el umbral de mi habitación
cuida que mis párpados no tiemblen
y que las estrellas si caen no caigan sobre mí

pero no se deja ver

los osos polares son inmensos
su sombra tapa más de lo que hay
y lo que hay es poco
demasiado escaso para desaparecer

teme que le tema
como todo padre
sea oso polar o no

en un sueño le digo
papá, ¿hace mucho frío donde vivís?
y ruge y gruñe y entiendo
que el frío es absoluto
que una vez dijo «Sol»
y la palabra se congeló
la tomó entre sus manos la pintó de amarillo
y la colgó sobre el techo de mi habitación

para que en las noches tenga luz
porque los osos polares también desaparecen
y no estará siempre en la puerta de mi habitación
cuidando lo que hay que cuidar
mientras duermo.

JAVIER MARTÍNEZ RAMACCIOTTI
En Poeplas. Antología de poesía argentina para chicos, vol. 2, Op. cit, 2017; ed. orig. La Sofía Cartonera, Córdoba, 2015.
Melisa Papillo lee a Javier Martínez Ramacciotti


Nos internamos en el monte
para descubrir cosas terroríficas
un niño muerto
un extraterrestre con cara de lagarto
animales peligrosos como los pericotes
que nunca vimos y yo insisto
que parecen cocodrilos
Mi hermana sospecha que le miento
Se acerca a los hinojos a esperar que salgan
Le pregunto si tiene miedo
dice que sí
pero el miedo que da risa.

MARIELA LAUDECINA
De Perfume de jarilla, Llantodemudo, Córdoba, 2013.


Ilustración: Rocío Solís Cuevas

Los cardos

Eran diez, quizá.
No sé de dónde los sacamos
sólo que estuvieron ahí
por mucho tiempo. Secos
y erizados, descansaban en un jarrón verde
como chicos punks con miradas desafiantes.

Hay un arma medieval llamada lucero del alba
que se les parece mucho, aunque los cardos son más nobles.

Aparecen en muchas escenas de mi infancia.

Me gustaría recordar qué fue de ellos.

LUIS EDUARDO GARCÍA
De Puntiagudos, ilustrado por Rocío Solís Cuevas, Fondo Editorial de México, 2020.


Mis poemas

Mis poemas se parecen
a un manojo de hilos
enredados por un niño.
Por la mañana intento
separarlos en hermosos ovillos.
¡Pero qué tarea absurda!
Ya al atardecer,
el piso, la pared, la calle, las casas,
todo confundido.
Mis poemas se parecen
a un largo manto de varios colores.
No, al camino
por el que haré rodar
mi ovillo, mi siglo…
Que un niño enrede los hilos,
no es posible ir por un camino recto.
Y con sólo un color no se puede
llenar el mundo entero.
Que mis palabras sean un arcoíris.

NIKA TURBINÁ
De La infancia huye de mí, traducción de Natalia Litvinova, Llantén, Buenos Aires, 2018.


XXV

Las pompas de jabón que ese niño
se entretiene en soplar de una pajita
son traslúcidamente toda una filosofía.

Claras, inútiles y pasajeras como la Naturaleza,
amigas de los ojos como las cosas,
son lo que son
con una exactitud redonda y aérea,
y nadie, ni siquiera el niño que las hace,
pretende que sean más que lo que parecen ser.

Algunas apenas se ven en el aire lúcido.
Son como la brisa que pasa y apenas roza las flores
y que sólo sabemos que pasa
porque algo se aligera en nosotros
y acepta todo más nítidamente.

FERNANDO PESSOA
De El guardador de rebaños, en Poesía de Alberto Caeiro, traducción de Teresa Arijón y Bárbara Belloc, El cuenco de plata, Buenos Aires, 2015.
Vanna Andreini lee a Fernando Pessoa


Harry Potter

Cuando era niña
me escondía en el gallinero
hipnotizando gallinas.
Alguna fuerza se escapaba de mí,
pues quedábamos atontadas, yo y ellas.
Nadie percibía mi ausencia,
el esfuerzo de levantarme por mis propias orejas,
intentando lo maravilloso.
Hasta el día de hoy estoy al acecho
de ovnis, luces misteriosas,
orar en lenguas, tener el don de curar.
Mi destreza es la de ordenar las palabras:
Sean un poema, les digo,
no se comporten como, en el gallinero,
yo con las gallinas tontas.

ADÉLIA PRADO
De La duración del día, en Poesía reunida, traducción de José Ioskyn, Griselda García Editora, Buenos Aires, 2019.


Tambo

Cuando era chica
mi mamá me llevaba al campo
me ponía
botas de plástico Pampero
para que los yuyos no me rasparan
–ahora supongo que apenas
lastimarían mis tobillos
pero entonces podían
sacarme un ojo–
y sobre todo
porque estaba lleno de bosta
y porque la cuestión no era
esquivar mierda
la cuestión era
pisar la mierda sin mancharse la ropa.

VALERIA TENTONI
De Ajuar, en Hologramas seguido de Ajuar, Hemisferio Derecho, Bahía Blanca, 2018.


Prípiat

Te empujaría lejos, hacia un paisaje limpio,
hasta el recuerdo del gusano que mi abuela
partió en dos con una pala
y las mitades siguieron vivas,
hacia el lugar secreto donde unas hormigas
escondían sus huevos y otras se los comían,
o al establo de las gallinas y de los cerdos,
cuando quise alimentar a uno,
intentó arrancarme la mano.
O mejor al bosque, donde hay flores, hongos,
radiación y casi no hay recuerdos.

NATALIA LITVINOVA
De Siguiente vitalidad, Audisea, Buenos Aires, 2015.


Ilustración: Daniel Roldán


¿De qué color es su río?

El camionero me mira
toma un trago
no dice nada.

¿De qué color es su río?

Nada.
¿No lo sabe?
¿Qué es el color?, dice
el camionero.

¡El color es el color!
rojo verde azul
amarillo
mi dedo
detrás de las manzanas
la remera el limón
como si fuera necesario.

¿Creés que el color
está en las cosas
o en la luz?
¿o en los ojos que miran
las cosas tocadas
por la luz?
¿qué color tienen los ojos
de tu madre?

Me muerdo una uña
lo miro
no digo nada
odio perder
pero no puedo decir gris
ni verde ni marrón.

El color del río
me dice el camionero
es un problema para los ojos
no encuentras palabras
ni ideas
con qué llamarlo.
Como gurí criado frente al río
siempre creí
que todas las cosas valiosas
son así como es el agua
difíciles de ver
casi imposibles de nombrar.

RUTH KAUFMAN
En Poeplas. Antología de poesía argentina para chicos, vol. 1, 2013; de Donde la ciudad termina, ilustrado por Daniel Roldán, pequeño editor, Buenos Aires, 2013.


De chico dibujé la lluvia

Con un lápiz roto
y sin punta. ¿Quién podría
decir que fue un día de sol
o nublado? ¿Si apreté
el puño contra la hoja
por felicidad, odio o penitencia?
Eso que parece un rayo
sobre el árbol ¿por qué no puede
ser un pájaro?
¿Por qué no puede
ser mi nombre? ¿Quién dice?

FABIÁN CHAZARRETA
De Lo que cae entre la niebla, El Elefante Negro, San Justo, 2020.
Valeria Cervero lee a Fabián Chazarreta. Idea y realización del video: Ligia Wolovelsky


X

Cuando le di la mano a Robert no sabía
que cuando nació casi se muere
y que por eso no creció tanto
y tiene la voz finita.

No sabía que su papá no recordó su nombre
y entonces improvisó uno
al anotarlo.

No sabía que se inventaría en un papel
una abuela y ovejas que cuidar.

No sabía que no quería hacer la tarea
con el compañero de banco
que nunca hace nada.

No sabía que quería levantar la nota.

Que cada vez que escribe
su nombre en el margen
de la hoja
se olvida de todo esto
y a veces no.

JORGE MALDONADO VIGOROUX
De “Infancias”, en La frontera es una soga, Universidad Nacional de Río Negro, col. La Tejedora, 2020.


En Tacuarembó

I
En el Tacuarembó borroso y simple
de mi niñez, jugué en calles de tierra;
en los días del agua y la alegría
hice vasos con greda.

Por mis sueños dichosos
hay caminos desiertos
de la greda mojada que veía
al acabar las calles y al empezar el cielo.

Al acabar las calles y empezar los caminos
veía tierra ocre y unos árboles viejos.

Y no recuerdo más.
Agua de la memoria en que todo naufraga
cielo barrido siempre por el viento.

CIRCE MAIA
De La pesadora de perlas. Obra poética, Viento de fondo, Córdoba, 2013.