Hermoso Domingo. Un ciclo de lecturas reeditado

Algo relacionado a la nostalgia o a que la memoria es templada. A propósito de lecturas, remixes, casas y mudanzas

Lo que sigue es una conversación entre Pablo Natale (natalepablos)  y Eloísa Oliva (verdequetequieroliva), que remite (como todas) a otras conversaciones. La excusa: la reedición de Hermoso Domingo, un ciclo de lecturas (ciudad de Córdoba) realizado entre 2007 y 2008 por editorial La Creciente y remixado en julio de 2018 en el mismo lugar donde sucedió aquella vez: Casa 13. Pablo Natale y Luciana Holograma organizaron el remix; Eloísa Oliva, como parte de La Creciente, era de lxs que armaron la versión de hace diez años. ¿La original? Quién sabe, quién quiere saber. Se agrega una selección de poemas del ciclo.

 

De: verdequetequieroliva@gmail.com
Para: natalepablos@gmail.com
Tema: Hermoso domingo

Empiezo así: me gustó que el otro día dijeras que en el antiguo Hermoso Domingo la gente iba porque quería leer. ¿Se contagiaba, entonces, el entusiasmo? ¿Se contagia, entonces, el entusiasmo?

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De: natalepablos@gmail.com
Para: verdequetequieroliva@gmail.com
Tema: Hermoso domingo

Las palabras son bichos raros, y la memoria debe ser una jaula tramposa.
Recuerdo, más bien, que al antiguo Hermoso Domingo yo iba porque quería escuchar, y también iba porque quería leer, o sea, quería ser invitado (recuerdo que alguien sin rostro me dijo que le pasaba lo mismo).
Y también recuerdo que iba porque quería charlar sobre lo que se leía o quienes leían o sobre la poesía o la poesía en Córdoba o la noticia literaria de turno.
También recuerdo que Alejo (Carbonell, editor de La Creciente) me hizo una seña de «silencio, porfa» una tarde en que leía no sé quién y yo estaba charlando con alguien (María Pousa, Carlos Godoy, quizás). Y que en muchos casos escuchaba sin escuchar, o escuchaba perdiéndome.
Esto tiene que ver con algo que me gustaba de los Hermosos Domingos y que creo que en general extraño en las lecturas hoy: que fuera poco y mucho, o sea: tres invitados, un buen rato de lectura para cada uno, y un recreo entre lecturas: más pensado justamente para las charlas en los entreactos y la atención larga.
De hecho me acuerdo de eso de los Hermosos Domingos: que no me acuerdo cuándo ni cómo terminaban.
Y que contagiaban algo que no era soledad.
¿La literatura puede contagiar algo que no sea soledad?

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De: verdequetequieroliva@gmail.com
Para: natalepablos@gmail.com
Tema: Hermoso domingo

La literatura, me parece a mí, es algo que contagia cosas que están muy lejos de la soledad. Es mi lectura. Que la lectura, que la escritura, la danza de esos bichos raros que decís que son las palabras, genera siempre relaciones infinitas, una eterna conversación, y eso me parece está lejos de la soledad.
Y entonces, ¿se conversa con el pasado? ¿Cómo?
La charla, ¿es de hoy o de ayer?

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Para: verdequetequieroliva@gmail.com
Tema: Hermoso domingo

Para mí los hermosos domingos (y varias experiencias de esa época) eran una respuesta a esas preguntas: la de la soledad, la de la conversación, la de si esa conversación era con el hoy o con el ayer.
Venía de cursar cinco años en Letras, y de malacostumbrarme a leer y discutir (mayoritariamente) obras (literarias) de gente que vivió en otra época, o que vivía en otro país o que no era de mi generación o la previa.
La moda de los blogs y los Hermosos Domingos me dieron la parte de la experiencia de lectura que añoraba sin siquiera saberlo: la de realmente leer y participar del proceso, de discutir algo más que los significados de algo que alguien terminó en alguna parte de este ancho mundo: podía ver a un par de poetas que se enojaban con la forma de escribir de un tercero que estaba en ese mismo momento fumando solo bajo la lluvia; podía escuchar a alguien que escribía unos poemas increíbles pero que al leerlos en público se quedaba sin palabras, o escuchar algo que me hacía olvidar de todo, incluso la tormenta de afuera o mi mala vida familiar.
Creía, en ese entonces, que estaba escuchando las conversaciones del presente y también las del pasado, y que estaba presenciando algún tipo de efervescencia literaria, y eso era un lujo, una aventura, un descubrimiento.
Supongo que estaba siendo bastante romántico al respecto.
Acá podría terminar con una pregunta, algo relacionado a la nostalgia o a que la memoria es templada, y hace desaparecer el frío y el mucho calor, cosas que hablamos cuando nos vimos anoche, en la presentación de una nueva editorial y un nuevo libro.
Podría preguntar también: ¿hay algo como el Hermoso Domingo ahora en nuestra ciudad?
Pero prefiero volver a charlar con el presente y el pasado a la vez: ¿por qué se terminaron, por aquel entonces, los Hermosos Domingos?

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De: verdequetequieroliva@gmail.com
Para: natalepablos@gmail.com
Tema: Hermoso domingo

Los Hermosos Domingos se terminaron porque terminó la editorial La creciente, que tuvo incluso un funeral, en la misma Casa 13 donde ahora resucitó por un ratito.
Quizás también ya no nos quedaban tantos autores por invitar, o sentíamos que no nos quedaban, después de un año intenso de un ciclo por mes y tres invitados por ciclo. También porque habíamos durado mucho más de dos números, límite que pone Casas (Fabián) para las revistas literarias y las parejas.
Voy a poner un pedacito de un libro impresionante que estoy leyendo ahora: «el pasado, que había sido tan difícil de traer a la memoria, y que probablemente le parecía que cambiaba cada vez que pensaba en él, había sido atrapado, conquistado y delimitado ante sus ojos. Se había convertido en historia; contra él no prevalecían ni la variabilidad ni las sombras del cambio».
Ahí Isak Dinesen habla de la potencia de la escritura.
¿Cómo recreaste, cómo reescribiste, e inventaste otra vez, ese formato? ¿Cómo inventaste la historia y creaste presente?

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De: natalepablos@gmail.com
Para: verdequetequieroliva@gmail.com
Tema: Hermoso domingo

Dinesen… yo me acuerdo siempre que hay un cuento de Dinesen que empieza con una lenta descripción arquitectónica, antes de poner los ladrillos de la trama y cuya idea copié para un cuento sobre un chico que quería ser cura y que después ve fantasmas.
También me sale esta frase, de una peli que vi el otro día: «Esos recuerdos no parecían míos, son como una tarta a medio comer»: claro que en este caso la frase no habla de la escritura (aunque al ponerla acá, puede que sí).
Así como el Hermoso Domingo original fue colectivo, el Hermoso Domingo remix fue colectivo también.
Varios integrantes de Casa 13 queríamos hacer algo que reescribiera o volviera a leer cierta parte de la historia de Casa 13 y se nos ocurrió, a fines del año pasado, hacer un remix de ciclos que habían pasado por ahí. El primero en el que pensé yo fue justamente el Hermoso Domingo (hay varios más en lista para el resto de este año). Salió tan bien que ahora están pidiendo que se haga de nuevo. Una segunda vez… quizás para darle la razón a Casas!
Tengo la impresión de que el Hermoso Domingo reunía fuerzas dispersas en la ciudad y en la literatura. Y que hacen falta ciclos, cierta continuidad, cierta constancia y espacios de encuentro que rompan cierta endogamia (comprensible) de los círculos (de ahí lo de comprensible) de artistas.
Hoy, por otra parte, termina la Feria de editores Capítulo, segunda parte. Ojalá que haya una tercera y una cuarta.
Y ojalá alguno de los ciclos que inventamos charlando luego del Hermoso Domingo remix salga a la luz verde: el «leo y me voy» o el «X lee  a Y e Y lee a Z».
Ahora, para repartirnos la torta del recuerdo, te pido tres recuerdos intensos (cualesquiera, específicos, buenos o malos) de aquel ciclo.
¿Los escribís, Eloísa Olivensen?

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De: verdequetequieroliva@gmail.com
Para: natalepablos@gmail.com
Tema: Hermoso domingo

Tres recuerdos.
1) La pelea con  Lamberti (Luciano, editor de La Creciente) por el diseño de los volantes. A los dos nos divertía hacerlos. Aunque teníamos nulos conocimientos de diseño y un gusto bastante pendenciero. Competíamos cada fecha para ver quién los hacía, o eso es lo que yo creo, y es lo que importa porque me pediste tres recuerdos. Creo también que los hechos por él fueron más memorables, pero los míos (apenas) más elegantes.
2) El frío de Casa 13 en invierno. Hace poco, cuando dijimos eso de que la memoria es templada, hablamos de que las cosas siempre se recuerdan así, sin la incomodidad del clima, y que también se borra el cansancio. La memoria tiene incorporado el photoshop de la experiencia. Pero el frío de Casa 13 en invierno, «inmitigable», lo tengo bien presente. Y es algo que apareció sin ser convocado en esta nueva edición.
3) No sé por qué tengo muy grabada la llegada de Gustavo Borga a la Casa, el día de su lectura. Ya era de noche, tenía jean y campera de jean, venía de Villanueva en colectivo y creo que volvía esa misma noche. Cuando llegó, había una feria, si no estoy mezclando las fotos. Preguntó «quién es eloísa», porque era yo quien le había escrito para invitarlo. Solo eso.
De las particularidades de las lecturas de cada uno no me acuerdo, nada, es blanco, o negro. Ni siquiera un mínimo eco. Lo atribuyo a que ya conocía los poemas, y también a que, en nuestra calidad de organizadores, los crecientes íbamos y veníamos de un lado para otro, en ese comportamiento entre avícola y kafkiano del que todo productor es víctima.
4) Este recuerdo se coló con lo de la pregunta por el «quién es» del recuerdo tres. En el primer Hermoso Domingo, fuimos a buscar un equipo de sonido prestado a un bar que funcionaba en la esquina de la Casa. Tocamos la puerta y se asomó un hombre de unos 45 años, pálido y ruludo. «¿Está Arturo?» «No, ¿quién lo busca?» «Somos de una editorial, se suponía que a esta hora pasábamos a buscar un equipo de sonido» «Ah sí sí, soy yo, ya se los traigo». Fin.

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De: verdequetequieroliva@gmail.com
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Tema: Hermoso domingo

¡Me faltó la consigna! Retrucar con dos recuerdos y dos imágenes del Hermoso Domingo actual.

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Tema: Hermoso domingo

Vamos con mi parte de la torta del recuerdo, aunque son recuerdos tan cercanos que por ahora tienen una intensidad vinculada a esa cercanía. Después pasa el tiempo y es siempre curioso como cada recuerdo cambia de intensidad y color (algo que está muy bien explicado en la película «Intensamente»).
1) No voy a hablar de la previa y de que estuve del tomate justamente porque estaba esperando la llegada del querido amplificador y el micro y que de haber sabido que había un señor mágico y sonoro en la esquina hubiera ido a por él. El primer recuerdo es el del frío. Hacía mucho frío. Y entonces, recuerdo que mientras Gabriel Pantoja leía uno de sus poemas, dejé de prestar atención porque escuché ruido de madera y olor a humo. Eran Buede (Aníbal, uno de los primeros habitantes de la Casa) y sus secuaces, haciendo un fuego en el patio de la 13 para calentar a los presentes.
2) Me acuerdo muy bien la lectura de Nitsuga (Agustín Moral), que leyó tan despacito y claro, esos poemas insólitos que salieron de una consigna rara que una vez tiré cuando él venía a la 13. También que Sofía Jalil estaba re nerviosa al leer, y lo decía, y que yo extrañaba ver que a alguien le importara tanto una lectura, y enfrentar la situación y luego leer en un idioma extranjero (¿húngaro era?).
3) Una imagen indefinida: la de que había mucha gente y no conocía a varios. Es mi «medidor interno» para ciertos eventos. Me alegra siempre que pase eso, que haya gente totalmente desconocida e incluso algunos que pregunten qué demonios estamos haciendo.
4) Una imagen precisa: la del flyer de uno de esos viejos Hermosos Domingo con un niño re parecido al hijo de Lamberti (nacido muchos años después de que se hiciera el flyer!!), que estaba todo el tiempo mirándonos desde la pared (donde estaba colgada).
Voy ahora con mis preguntas. Una concreta y otra abstracta.
Creo que una puede responderse.
¿Cómo era la casa 13 por esas épocas? ¿Por qué seguimos acá?

*

De: verdequetequieroliva@gmail.com
Para: natalepablos@gmail.com
Tema: Hermoso domingo

La Casa 13 era rosa, como ahora; tenía puertas verdes, instalaciones eléctricas precarias y sillones sin patas, como ahora. Pero entonces había un enano de jardín en el pequeño patio. Alguien lo robó ese verano, el del 2008. Después hubo un angelito de yeso, sentado en la tapia. Ahora no sé qué figurín ocupa ese lugar.
Casa 13 siempre fue una unidad narrativa en sí misma. Era y es el pequeño territorio de barrio Güemes, pero siempre fue, sobre todo, su propio mito: el de un grupo de personas ocupando el lugar hace 25 años para convertirlo en campo de maniobras. También el de la condición de «habitante» que asumen quienes usan la casa por un tiempo. Así fue (por esa condición) que quienes organizábamos el Hermoso Domingo concurrimos una tarde de febrero de 2008 a la jornada anual de refacciones. Con habilidades manuales muy limitadas, pintamos puertas, paredes, y nos fueron asignadas otras tareas de baja complejidad.
¿Por qué seguimos ahí? Porque a veces pareciera que el terreno se inclina y uno resbala siempre a un mismo lugar. ¿Un poco de azar y de capricho, y otro de afecto al loop? También porque, capaz, y para ampliar su mito, ¿podríamos declararlo el último territorio libre de Córdoba? Y, quién sabe, será que en el fondo nos encanta tener frío.

 

Selección poemas del Hermoso Domingo Remix

Nitsuga

El incidente de la escopeta

Soy tuerta
por culpa de una escopeta.
Marta me dijo
que no lo diga rimando
porque es algo serio.

Mi ojo izquierdo
lleva más años de viudez
que yo misma.

No hace falta decir
cuál miembro es el que me falta más.
Héctor, a tu ausencia no la cubre un parche
pero el incidente de la escopeta
es el incidente de la escopeta.

Yo tenía siete años
los ciervillos apenas ocho
el cazador apenas sesenta.

Los ciervillos
eran los hermanos
que nunca tuve.
Tenían nombre, apellido y personalidad
Marta me dijo
que no los llame “ciervillos”
porque esa palabra no existe.

Los ciervillos fueron rescatados
de una feria donde los presentaban
como a los ciervos más lindos del mundo.
Mi padre
un adelantado en tantas cosas
se los robó
y los liberó en el bosque
para que coman tranquilamente de las ramas.

Marta me dijo
que no me extienda
que es una poesía, no una carta.
Pero estoy en plan de escribirlo todo
porque lo recuerdo todo.

Alguien se metió a la estancia
y se dice que pasó al menos
una noche en el bosque.

Primero los ciervillos pasaron corriendo
frente a mí.
Parado en el centro
de un rayo de sol
estaba el hombre de la escopeta
la bala ya había salido
y fue a parar a un árbol
el árbol soltó corteza
y la corteza fue a dar a mi ojo derecho.

Desperté en el piso
con una sombra tapándome la mitad de la cara.
Un hombre con la mano como visera
me preguntó cómo estaba.
La sombra de a poco
se iba agrandando
y el bosque a mi alrededor
comenzó a desaparecer.

 

Cosas que quisieron ser en vida

Ha caído un meteorito
casi en el centro exacto de la ciudad.

Sobre la city
zona de bancos
casas de cambio
y prestamistas.

Ha muerto mucha gente
y pienso en las cosas que no te dije:
Es ovni, no alien.
Es hisopo, no isótopo.

Ha caído un meteorito
casi en el centro exacto de la ciudad.
Destruyó bancos, casas de cambio
y mató a prestamistas.

Lo dice el diario
la radio
la tele
la gente

pero yo no.

Sos vos, Héctor,
estoy segura,
como que me llamo Beatriz.
Has caído en forma de meteorito
casi en el centro exacto de la ciudad.

*

Sofía Jalil

Cazadora

Encontrás a un borracho
Y te acostás con él
Borracho es y será.

Yo, afuera,
lo veo todo.

Entre tus piernas habita otro ser
que se prende, enciende y retuerce.

Intentás entenderla,
pero ella es más fuerte.
Y está tan sedienta
que sucumbís
tu cuerpa se estremece
infinitas ansias de placer

Te enredás entre una y mil piernas
y besás pieles ajenas.

Tus pezones son fuertes
y están duros.
Jamás repetís.
Cada encuentro es una fotografía
única, hermosa y original
materia prima de tus fantasías.

Y cada tanto, te preguntás
dónde y dónde nadan
la incontable cantidad de
pescados capitales
judeos cristianos
los culpables
que te llevaran al infierno más dantesco
que te puedas imaginar

Y cada tanto, te lo preguntás
y sin ánimo de respuesta,

callás.

Salís al río de gente
con tus brillantes anzuelos
y te disponés a cazar
una vez más.
Un borracho más.

 

(des)armar

Era de noche
bebíamos cerveza,
había sólo dos botellas
y no había más plata en la billetera.
Tampoco teníamos heladera.

¿Te acordás de tu expresión de sorpresa?
cuando te dije
Si todo sale bien,
hacemos la revolución.

Y tus ojos brillaron con tanta fuerza,
relucientes como dos perlas
con real cadencia.

La curiosidad invadió la mesa.
Nos sentimos al vuelo,
y sentimos que la cerveza
sería eterna.

¿Teníamos algo más que nuestras miradas entrelazadas?
Teníamos aquello que no se tiene,
aquello
que se posee.

Teníamos sed de guerra, mi negra.

*

Gabriel Pantoja

//

A metros de mí
el hilo continuo del sonido
donde voy a decir, por ejemplo,
casa. Luego animal se aproxima
a la casa. Luego hombre ve
animal beber agua.
Acá, ahora, habría que añadir:
eso es todo.
Todo ciertamente
pero yo iba a hablar del momento
en que me dijiste tendrás minutos,
rayo abierto en las manos como flores
y minutos, tendrás en cinco
minutos, por ejemplo, poder.
¿Y qué hacer? Sabrás no decir ahora
de todas estas cosas.

 

//

A metros de mí
el hilo continuo del
sonido. Acá, ahora,
habría que añadir:
eso es todo.
Todo pero yo voy
a hablar del momento
en que me decías algo
me dijiste tendrás
en cinco minutos
por ejemplo ensoñaciones.
Porque iba a decir que
era exagerado eso de los
minutos y el poder si
estábamos todavía
bajo el agua de la borradura
y apenas sacamos el cuello
hacia esta superficie.
Como si
el hilo de la historia
se anudara a un cuadro
corrido de todo esto y
otra vez viniéramos
a parar aquí

 

Selección de poemas que leídos en el viejo Hermoso Domingo

Jorge Naparstek

 

[Resentidas…]

Resentidas por exceso de humedad
las flores del cedrón no están tan blancas
otoño
el corazón no cuenta demasiado
inestable
desnudo
volando en círculos
dentro de una nube
la mente se detiene
picaflor suspendido
estrella que se incendia
clavada entre mariposas raras

*

Alejandro Schmidt


Borrón

Nada deben a la época
esas líneas, dragones y robots
que mi hijo aprieta contra el pecho
mientras corre junto al chaparrón
hacia esta pieza

trabajó con el imperio de la noche
en su raíz

sólo un borrón
aparece
en los papeles
así como su sombra
atravesando el patio del presente.

*

Lucas Tejerina

 

Automotrices

Acaba de pasar Walt Whitman subido a un Rastrojero.
Acaba de pasar envuelto por quesos, huevos
y aceite adulterado que él mismo rebaja.
Nadie lo ha visto de norte a sur en estos campos.
Con figura de barril gasolinero
ensancha sus productos,
los envuelve en su cadencia,
los estira, los malgasta,
y el Rastrojero marcha.
La mole del instinto frena, acelera y derrapa.
Envuelto por quesos y salames,
va parado en la cúpula de un Rastrojero vencido,
gritando con voz de pozo petrolero,
eligiendo las palabras apropiadas
para vender aceite, huevos y salames.
Debería ser poeta Walt Whitman, debería intentarlo.
Algo metafísico este Rastrojero,
un Dios-Diesel que acelera disparos
en el rostro del tiempo,
a 38 km. por hora, barbudo y callado,
quijotesco.
Con 200 litros de garganta,
como si olvidara que tiene corazón
de un solo latido,
“Walt Whitman, un cosmos, el hijo de Manhattan”,
subido a un Rastrojero
vende huevos, quesos, salames,
y engorda un salario de flatulenta metáfora.
Nadie los ha visto de sur a norte en estos campos.
Nadie.
Y esa es la gracia.