Una antología de la poesía que se escribe en La Matanza, Pcia. de Buenos Aires

Entrevista a Fabián Banga, uno de los compiladores de Alto Guiso, poesía matancera contemporánea (Buenos Aires, Leviatán, 2016). Se agregan cuatro poemas de muestra.

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Introducción de Luisa Futoransky y estudios críticos de Martín Biaggini y Fabián Banga

Entrevista y nota: Patricia Verón

Alto Guiso, poesía matancera contemporánea es una antología, puesta en circuclación a principios de 2017, que reúne once poetas de distintas generaciones que escriben y publican en la localidad del conurbano. Con una tirada de 500 ejemplares casi agotados al cierre de esta nota, el libro se presenta como una muestra parcial pero también como un trazado posible que invita a reflexionar sobre la literatura en relación al territorio. Como se afirma en el estudio preliminar “Desde ya la palabra conurbano implica un anexo y no una pertenencia. Es en términos poscolonialistas una negación de la identidad. Todo discurso referido al conurbano, en términos de piqueteros, cartoneros, villeros, o todo contexto que implique otredad, es una forma de negación de una identidad polifácetica y polifónica. La negación no está en la anulación de su presencia sino en la imposición de un absoluto que no permite múltiples posibilidades”. Entonces, esta antología constituye una forma de afirmar otras formas de leer el territorio.
Omar Cao, Hugo Salerno, Gino Bencivenga, Pedro Chappa, José Paredero, Patricia Verón, Alba Murúa, Elizabeth Molver, Anahí Cao, Víctor Cuello y María Sueldo Müller, son los autores publicados. El libro se complementa con el prólogo de la poeta Luisa Futoransky, escritora nacida en Ramos Mejía que reside actualmente en París, un estudio literario del Dr. Fabián Banga, crítico literario y profesor en Berkeley City College, California, y un contexto histórico realizado por el profesor Martín Biaggini, de la Universidad Nacional Arturo Jauretche.


¿Por qué una antología de poetas de Matanza?

Era un parámetro, un límite que teníamos que trazar porque de lo contrario sería una antología de poesía, pero sin contexto. Claro que había el interés que surge de la pertenencia a un lugar que al momento de comenzar a pensarla con Martín Biaggini, que le ha dedicado mucho a esta región, no podíamos evitar.  Yo estaba en Buenos Aires presentando mi último libro sobre las vanguardias y lo esotérico y Martín me invitó a presentarlo en el PEC de la UNAJ, grupo al que pertenecemos los dos. En el camino a Florencio Varela salió la idea. ¿El por qué La Matanza y no el conurbano? Lo que es una pregunta evidente. Porque somos los dos de La Matanza. Quizás. No sé.

¿Cómo realizaste la selección de los autores?
Yo los conocía a todos, algunos en persona, otros virtualmente. Eran nombres que había escuchado y a algunos de ellos leído detalladamente. Martín tenía el contacto y me trajo una lista de autores y poemas que ellos mismos habían elegido. Yo me traje todos los materiales a Berkeley. Comenzamos a leerlos y entraron todos. Cada poeta eligió 10 poemas aproximadamente y pusimos la mitad de esa cantidad. La idea era buscar poemas que dialoguen entre ellos, diferentes estilos, diferentes generaciones, géneros, perspectivas. Y hacerla una obra crítica. Esta antología es una ventanita a La Matanza. No es todo. Por suerte hay arbitrariedad en la selección, lo que le da al libro su propia personalidad.

¿Cómo lograste interesar a Leviatán por esta publicación?
Trabajo con Leviatán desde hace mucho tiempo. No soy el único. Por ejemplo, Luisa Futoransky, que realizó el prólogo a la obra, también edita con ellos. Yo quería que ellos lo hicieran porque son una editorial sólida, que tiene una tradición conocida y respetada en nuestro círculo, y que distribuye muy bien en toda Latinoamérica y aquí en EE.UU. Pensaba que los y las poetas se merecían esto y estaba dispuesto hasta a costear la edición si era necesario con recursos propios. Pero no sabía lo que me responderían. Sobre todo, porque ya estoy trabajando otro libro sobre crítica y tecnología para ellos. Esta antología automáticamente demoraría el otro libro. Tenía en mente otras editoriales también en caso de que no funcionara Leviatán, pero no fueron necesarias. Me aceptaron la idea inmediatamente, me dieron el apoyo técnico que necesitara y sobre todo se hicieron cargo de todo. Sacaron la obra muy rápido y no objetaron ni una coma. Nos dieron total libertada en la edición. La verdad que estamos muy agradecidos porque sabiendo en la situación que están todas las editoriales en Argentina en estos momentos, las chicas y las grandes, nadie te edita libros que no sepan que van a tener una gran venta. No se está editando a autores que no sean muy conocidos y con buenos contratos. Pero Leviatán fue aún más allá. Inclusive sacaron la edición a un precio económico y trajeron libros al conurbano. Y distribuirlo aquí en EE.UU. ya fue ideal. No solo en papel sino en versión electrónica lo que te permite tenerla inmediatamente.

¿Cómo difundís el trabajo en la universidad donde das clase? ¿Qué recepción tiene su lectura?
La difusión pasa en parte por la distribución y por otro lado por la inclusión en las clases, lecturas y bibliotecas. Es decir, alguien tiene que decir: leamos esto. Uno trae esos saberes. Los estudiantes discuten las obras y salen ideas. Al estar disponible en Amazon ahora se simplifica y acelera mucho todo. Por ejemplo, yo pude tener la versión impresa aquí antes de que esté en las librearías en Buenos Aires. De esta forma traemos los poemas a los cursos y los analizamos en clases de escritura, cultura y literatura. También los pedimos para las bibliotecas, así los estudiantes los pueden consultar. No es que vaya a dar una clase exclusivamente de poetas de La Matanza, puede darse el caso. Pero en la gran mayoría surgen con otros textos de otras latitudes. Ya he incluido trabajos de Pedro Chappa, por ejemplo, en algunas clases. No porque hayamos decidido estudiar La Matanza. No creo que funcione así el tema directamente. En la mayoría de los casos uno lee en clases una variedad de poemas y ahí entran estos trabajos. Esta antología facilita el proceso porque es fácil conseguirla aquí, y tiene un texto crítico e histórico que la acompaña.

La antología viene acompañada con un planteo en el plano literario muy fuerte y también con un desarrollo histórico del contexto social de pertenencia. ¿Sentís que de alguna manera colaborás a fundar un espacio simbólico que de otra forma seguiría dispero?
Si lo que está pasando genera algo nuevo, un espacio simbólico como vos lo llamás (yo lo llamaría un imaginario), en tal caso bienvenido es, y espero que le haga bien al lugar, a la gente y a los poetas. No lo veo como algo nuevo o que tenga pertenencia. Es decir que nadie es dueño de “la poesía de la matanza.” Tampoco veo al Guiso como algo fundacional porque toda fundación plantea un problema. Yo no creo que estemos fundando nada porque esto ya estaba bien fundado antes de que yo llegara. La canchita ya estaba marcada, los jugadores estaban sentados tomando mate. Yo llegué con una pelota y salieron todos a jugar a esta antología. Estos poetas ya estaban aquí hace tiempo haciendo cosas muy interesantes. Lo que escriben está muy bien. Hay mucho para trabajar desde la crítica. Había que solamente traer la pelota, esta pelota particular, en este momento específico. Esta pelota se llama Alto guiso y lo mejor que le podría pasar es que haya una lluvia de pelotas que acompañen a esta y las otras que vinieron antes.

¿Hay una segunda parte entonces?
¿Por qué no? Aunque aún no hay planes concretos y hay que ver la reacción a este trabajo. Los protagonistas son los poetas.  Nosotros solamente agrupamos las obras. Por ahora está ésta. Talento hay. Cuando leíamos los poemas con Claudia Schvartz, una de las editoras de Leviatán, notábamos las potencialidades de los/as poetas. Seguro que habrá continuación de obras. Pero no tenemos que ser nosotros los únicos. Quizás otras editoriales también se interesen. Me sorprende que no haya muchos más trabajos como éste ya editados.

Poemas de la antología

Anahí Celeste Cao

[Cómo brota…]

Cómo brota lo dulce dulce,
el calor intenso, la tristeza
el espectro de decir y volver a decir…

qué acorralo con mi cuerpo,
con mis sentidos, qué acorralo con mi mente, con mis
vestidos,

qué amo tantas noches, tantos días
alrededor de qué fuego rodeo mis cenizas,
la conciencia de lo suave,

hacia dónde dirijo la saliva, el nombre en que repito
tu osamenta…

Cómo brota lo dulce dulce,
el calor intenso, la ternura.

 

María Sueldo Muller

[hiciste tu pan]

hiciste tu pan
no sabías cómo
no pediste ayuda
audaz, como siempre
pusiste harina
levadura
clavos
lo que creíste que llevaba
vidrios amasaste
lo horneaste impaciente
el hambre
el hambre
no estaba mal
todavía caliente
devoraste
para ser que no sabías
hasta rico podría decirse
si no se pone uno quisquilloso
el hambre
hace el resto

ahora pagás tu arrogancia
indigesto
tu propio pan
te retuerce las tripas
reacciona el cuerpo con furia
lo expulsa
pero el daño ya está hecho
se te irá la vida en las arcadas
no hay más nada que sacar
salvo vos misma
el hambre
acabarás arrojándote
vomitándote
a vos
en el baño
en el suelo
y nadie tendrá la culpa
era tu pan
comiste de tus manos
confiaste demasiado

 

José Enrique Paredero

Mariana

Amamantando el pequeño
con el calostro aguachirle
Mariana teje esperanzas
con hilos de su silencio.
Aunque su tela no tenga
ningún valor en el pueblo
porque la moda desprecia
la dignidad que hay por dentro,
Mariana teje en el viento
el sueño de su alegría
sabe que no es imposible
lo que acuna el pensamiento
y el arrullo de su niño
es canto del sentimiento.

Cierra los ojos mi niño
y duérmete satisfecho
yo calmaré tus antojos
con el zumo de mi pecho.
Tu padre ya ha de venir
del trabajo del ingenio,
sólo en la cuna te ha visto,
sólo te ha visto en tus sueños,
porque su jornada es larga
y el sufrimiento es eterno.
Cierra los ojos mi niño
y duérmete satisfecho.
Otro será tu destino
tu destino mi pequeño,
tu madre lleva en los pechos
leche que no tiene dueño
y libre te hará crecer
libre y lejos del ingenio,
no serás como tu padre,
duerme tranquilo pequeño.
Tú tendrás la rebeldía
que a veces le falta al pueblo
para hacer sonar el yunque
donde se templan los hierros.
Cierra los ojos mi niño
Y duérmete satisfecho…

Mariana teje esperanzas
con hilos de su silencio,
aunque su tela no tenga
ningún valor en el pueblo
porque la moda desprecia
la dignidad que hay por dentro,
Mariana teje en el viento
el sueño de su alegría,
sabe que no es imposible
lo que acuna el pensamiento.

 

Gino Bencivenga

[El día…]

El día regresa
y finge que el dolor
nunca ha existido