El universo como sonido. Entrevista con Leopoldo “Teuco” Castilla

teuco3Para quienes todavía se deben una lectura de Leopoldo Castilla (el Teuco) (Salta, 1947), diremos que es una de las grandes voces de su generación y de la poesía argentina contemporánea. Su obra, entre otras características, se ha distinguido por una especie de juego, dicción, imagen o especulación acerca del desconocimiento que produce la materia: la naturaleza, la cultura, el presente, los conceptos que sostienen el mundo, filtrados, como un latido, por el tono de la región. En esta entrevista, refiere los términos de su poesía, a la que define como un deseo de cosmogonía; se agregan cuatro poemas del autor.*

Por María Malusardi

El poeta entiende mejor la naturaleza que la mente científica, escribió Novalis tres siglos atrás, cuando la ciencia estaba muy lejos de ser lo que es hoy. No hay más que dar un salto al fondo de los tiempos y recalar en Lucrecio (50 a. C) para convencerse. Y si regresamos a nuestros días y leemos: “¿Cuándo se emocionó el carbono,/ cuándo la energía remota y terrible/ se doblegó y por verse/ besó el polvo, embelesó el sonido/ detuvo la luz/ y en una caridad del espacio/ hizo estas imágenes?”, corroboramos que estos versos del poeta salteño Leopoldo “Teuco” Castilla abrazan con intensidad las palabras de Novalis. Castilla, como un sereno que custodia el movimiento sutil de las esporas, se hunde en la naturaleza de la cosas para remover e indagar el origen del mundo en el lenguaje, el origen del mundo en el misterio de su realización y su mística.
Ya había publicado Versión de la materia (1981), Campo de prueba (1985) y Teorema natural (1991) cuando fue invitado al Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, que funcionaba en la Residencia de Estudiantes, para compartir públicamente sus poemas.

“Yo había empezado a pensar sobre esta física invisible que hay en las cosas –relata–. Me acuerdo de que tiempo después de publicar esos tres libros, me pidieron, a través de una amiga científica, que diera para los científicos un recital de mis poemas. Querían saber por qué yo decía esas cosas. Y me  preguntaban en qué teoría física me había basado para decir lo que digo en esos poemas. Y yo les respondí que no conozco nada de teoría física. Y es verdad. Esto se remonta a un recuerdo de mi infancia: cuando venían las tormentas, las mujeres tapaban los espejos y escondían las tijeras bajo las almohadas. Y entonces me di cuenta de que la acción de la realidad tenía otros motores invisibles que la realidad no registraba. De lo que sí me ocupé es de no hacer una glosa de la ciencia, de no poner en verso las verdades de la ciencia, puesto que eso no tiene sentido. Lo importante era que surgiera una pequeña incisión en el conocimiento de la realidad y que abriera una pregunta”.

Deconstruyendo y reinventando el concepto aristotélico, se diría que Castilla es un animal poético. No lo habita el poema sino que es el poema quien determina las pulsaciones de su vivir. Hay un orden –una armonía extrema– en el salvajismo de sus versos, hay intensidad –vibración y fuego– en la tensión de su escritura. Precisión en la desmesura y desmesura en la precisión:

Todo lo que estaba lejos
quedó espantado,
tiniebla tenía la comida
nervios al aire los jardines
la luz colgaba rota en el viento
los pájaros volaban sin salida
sonidos eran nuestros sueños
y sepelio del agua
la duermevela.

Poco a poco los hombres regresaron a las casas
el camino a la tierra
y el mar a la distancia.

El horizonte, no.
El horizonte y nuestros ojos no volvieron nunca.

Cuando el poema pulsa –cuando empuja la sangre hacia el reino de la página–, la vida activa su querella contra el hábito y despunta, furiosa, una escritura desobediente y vanguardista. Así la poesía de Teuco Castilla. Todo lo que su poema desanda –desordena– será causal de incendio. Incendio que la palabra hace fértil y su gesto humilde estiliza. “Hay en su garganta un incendio inextinguible”, habilita Vicente Huidobro, y Castilla empalma en esta certeza porque quien se acerque a leer su obra no encontrará fogatas apagadas, mucho menos cenizas. Todo es fuego, calidad inextinguible, paraíso dentro del infierno que son las asperezas de la vida que el lenguaje depura en el poema. Castilla traspasa este horizonte de cardos y transforma el ahogo en hálito. Acerca la maravilla del mundo. Y agradece cuando a alguien le gusta un poema suyo aunque propone no remolonear en la propia obra y abrirse de ese regodeo inútil y autocomplaciente.

—A veces los poetas nos quejamos de la poca difusión, de esa condición de entenada que padece la poesía.
–A la poesía no le podemos pedir nada, en el papel has dejado tu alma y lo que has dejado ahí es también una tumba. Entonces tenés que ir a otro poema, tenés que ir a nacer de nuevo. La difusión de la poesía es exactamente lo mismo que tapar la idea de una revolución justa, porque es imposible. Imposible. La poesía va a seguir difundiéndose quieran o no quieran sus detractores. Se ha ocupado, desde el fondo de los siglos, de salvar la unidad del hombre con el universo, de defender las causas más justas, de atacar la moral más infame. La poesía que nace de la naturaleza (nace de la naturaleza porque vos sos naturaleza) defiende la entidad más límpida, profunda, intensa y verdadera del mundo. O sea, la poesía es un bastión de valores a los que alguna vez tendrá que llegar la política. La poesía no es remilgo. Por eso es invencible. Por eso, aunque no la difundan, no pueden matarla.

—Asumo tus palabras como un diálogo con Huidobro, cuando escribía que el poeta tiende la mano para conducirnos más allá del último horizonte, más arriba de la punta de la pirámide, en ese campo que se extiende más allá de lo verdadero y lo falso, más allá de la vida y de la muerte, más allá del espacio y del tiempo, más allá de la razón y la fantasía, más allá del espíritu y la materia. Allí ha plantado el árbol de sus ojos, continúa el gran poeta chileno, y desde allí contempla el mundo, desde allí nos habla y nos descubre los secretos del mundo. Algo de esto revela tu obra, has recorrido el planeta entero y has desnudado, en cada uno de tus libros, los secretos del mundo. ¿Cierto?
—Yo llevo viajando desde mis 18 años sin parar. En el primer viaje ya escribía. Este planeta es una hermosura y está lleno de poesía, claro. Y entonces se fue armando una especie de canto al planeta, casi sin querer. Conocí más de cien países. Al ir viajando vas sintiendo, emocionándote, y esa es la materia prima de la poesía, y escribís sobre lo que ves sin otra intencionalidad programática que no sea la respuesta leal, absoluta y auténtica al impulso, al discurso poético. Pero eso sí, no podés escribir aunque veas maravillas si la poesía no te deja escribir eso. Porque entonces lo tomarías como tema y la poesía tiene que criarse como un animalito, tiene que salir la bestia de adentro. Mirá, hace un tiempo estaba escribiendo unos poemas. Quería escribirlos de otra manera y me salían llenos de música y de rimas interiores y rimas no interiores. Y me dije: si el poema quiere salir así, que salga así y le hago caso. He intentado violar eso y el poema me ha dicho “fuera de aquí”, me ha sacado… Yo soy así… Cuando nace un bicho no le vas a decir al bicho que se parezca a un chancho del monte si quiere ser un pez.

—“Intuyo que hay poemas que se escriben y hay poemas que se reciben”, escribió Mercedes Roffé en Glosa continua. ¿Cómo sucede en vos?
—La poesía hay que salir a buscarla. Te sentás a escribir, a balbucear cualquier cosa y de golpe, cuando ya no tenés el más mínimo ánimo para escribir, de ese balbuceo sale una palabra: liana. Y te acordás de una liana que has visto en la infancia y ahí te das cuenta de que, sin saberlo, tenías esa liana en la memoria. La que ahora te va guiando por un poema imprevisible.

—¿La infancia es la patria del escritor, como dijo Rilke?
—La infancia tiene con la poesía un ensamblaje absoluto, es la inocencia de la mirada, del azoro, es, en cierto modo, la misma materia con la que trabaja la poesía. He pensado que hay recuerdos que podrían ser poemas. Pero, por lo menos a mí me ocurrió en muchos casos, sólo a través de un recurso pude ingresar en ellos y salir airoso: si se trabaja con la tercera persona. Eso te posibilita volver a ingresar en ese asombro sin la intervención del adulto que habla en desmedro de la pureza de esas experiencias, en nombre de lo que su memoria adulta ha seleccionado.

—Has escrito poemas sobre todos los continentes: Ngorongoro, tu libro más reciente, recorre África, y también están Viento Caribe, Libro de Egipto, Tiempo de Europa, Gong – Canto al Asia y otros. Pareciera que lugares tan diversos nutren el ojo y se asientan y engrandecen en la palabra. Cada poema se vale del lugar específico: sus colores, sus aromas, sus bailes, sus costumbres. Cada poema excede el lugar y hace de sus elementos una vibración que se pierde en los sentidos de quien lee. Se arroja el poema sobre el lector y lo fecunda. ¿Cómo es el procedimiento que parte de la mirada, la experiencia física y, finalmente, la experiencia con el lenguaje, para llegar a decir: “La tierra va a brotar de sus harapos”? En este verso reposa la geografía entera.
—Cuando hago viajes largos, como de dos meses, suelo quedarme unos quince días en un lugar fijo… Me quedo frente al mar o a alguna escena de la naturaleza y hago un fresco, un borroneo para no perder la emoción cercana del lugar y de lo que vi. Cuando regreso a mi casa, escribo a partir de ese núcleo donde conservo caliente el impulso original del poema. A partir de allí la poesía va dictando –cuando tiene esa caridad con uno— la arboladura que va a sostenerlo y concluirlo.

—Una especie de cronista poeta.
—Es distinta la crónica. He hecho un viaje por la ex Unión Soviética. Me habían encargado un libro sobre el proceso de la Perestroika, y todo ese viaje estuve en cinco o seis repúblicas… Y no salió un solo poema.

—Quizás porque la crónica implica otro posicionamiento interior…
—No. No es otro posicionamiento interior. ¡No quiso la poesía!

—Tenías el asombro pero no el enamorado desconcierto, como dijiste alguna vez en otra entrevista.
—Quizás.

—Será ese mismo asombro de la infancia que deja entrar brutalmente al mundo acaso sin comprender.
—En la infancia, el mundo se empieza a nombrar con esas primeras visiones, la del río, la del primer árbol, y ahí es donde el universo se imprime en el poeta por primera vez y hace su primera patria, como dijo Rilke.

—Y no sólo lo que se ve, sino también lo que se escucha, lo que se huele, lo que se palpa. Asombra la explosión sensorial en tu poesía, todos los sentidos al servicio del mundo y todos los detalles del mundo al servicio de la palabra que desanda y trasciende. ¿Cómo se produce ese traspaso de lo que capturás del entorno para alcanzar una sonoridad propia que es la música del sentido en el poema?
—Los salteños estamos amamantados por la copla que tiene una música rotunda y un decir especial. Nacemos con algún oído peculiar y el universo es tanto materia como sonido… El sonido es una cuestión muy extraña, como si hubiera sido el padre del mundo. Alguna vez escuché, creo que una grabación hecha por la NASA, el sonido de los planetas. Algunos son secos estertores, el de la tierra es una infinita, mareada melodía. De allí el título de una antología que  publicó  Visor en Madrid y el origen de un verso mío: “Era el único planeta que cantaba”. Esa pulsión sonora que hasta el mismo silencio tiene mueve sus escalas en la arquitectura del poema, tanto en cada verso como en cada blanco.

teuco9—Cuánta gente se esfuerza por ser poeta, ¿no? A veces preocupa hoy día el relativismo cultural, el todo vale. Cuando entrevisté a Alberto Szpunberg me interpeló al respecto: “Y quién decide qué está bien o está mal. Hay que defender que quien quiera escribir escriba, y que si quiere difundir su poesía, pues que la difunda. Que tenga los medios a su alcance y que sea la misma gente, los demás poetas, los lectores, quienes digan: esto me gusta o no. Y que incluso sea motivo de debate. Esto no está bien dicho, se podría decir de otra manera, por ejemplo. Que no haya un juicio oficial, sino popular. Que sea una decisión de la vida misma. Que la vida vaya decantando, qué queda y qué no. La poesía tiene su propia forma de actuar sobre la sociedad que no es como la publicidad o los electrodomésticos o la televisión. Tiene una manera muy sutil de incidir en la realidad, pero esa posibilidad deben tenerla todos”.
—Qué hermoso. Tanta gente se esfuerza por ser usurera, por ser ministro y joder a los pobres, tanta gente se esfuerza por ser presidente… Es hermoso que la gente quiera ser poeta, quiera escribir poesía. Muchas veces he dicho que una persona que escribe versos es una flor de invernadero en este mundo perverso, malvado y mísero, así que me parece muy bien. Eso sí, si vas a escribir poesía también tenés que respetarla a la poesía. No es para hacer libros de autoayuda ni declaraciones a un psicoanalista. La poesía necesita riesgo y trabajo, mucho trabajo, mucho esfuerzo. El facilismo es faltarle el respeto a la poesía. Le llega el poema a alguien y está bien, pero luego tiene que saber que en el momento de corregir está la carpintería y tiene que aprender como aprendiz de carpintero. No tire el cepillo contra la veta de la madera, no corte así la mesa que va a quedar renga. Debe aprenderse eso, ahí en la carpintería hay que ser humilde, aprender hasta el fin de tus días, así seas premio Nobel. La carpintería tiene los tintes de la poesía del mundo entero pero tiene la madera de tu idioma, pero a la madera de tu idioma tenés que saber cómo trabajarla y para trabajarla hay que leer a todos los poetas que han escrito en tu idioma. Si yo escribo en este idioma tengo la obligación de conocer la poesía de mi lengua.

—¿Qué poetas de nuestro idioma llevás con vos?
—Admiro a Lorca, a Neruda, a Vallejo. Pero también de otras lenguas, como Rilke. Y Rumi, que es un gran poeta mundial que debería leerse como la Biblia. Hay grandes voces. Debo decir esto porque he aprendido de todos. Toda la poesía ha dejado una marca fuerte en mi poesía. Pero cuando me ha salido el más hermoso verso del poema y he detectado en él la reminiscencia de otro poeta lo he sacado inmediatamente. Soy muy riguroso en este sentido. No me dejo trampear. De todos modos la autoría es relativa, tal vez la poesía maneje ciertas partituras que nosotros intentamos interpretar, pero cuyo mensaje (siempre más extenso e impredecible) se completa en la totalidad de los seres humanos.

—Es notable tu afinidad con Neruda, no por una cuestión de estilo sino por el modo de mirar y utilizar en el poema el entorno, el mundo natural. Pero él es tan profuso… ¿Cuál considerás que su es obra nodal?
—Lo nodal de Neruda es el asombro ante el mundo, ante los elementos, ante todo. Suele destacarse Residencia en la tierra. Pero a mí lo que me gusta de Neruda es el desparramo, el Neruda radiante. Elegir una obra me parece una barbaridad, como reducir la naturaleza a un jardín.

—¿Y Vallejo?
Lo nodal de Vallejo es su propio hueco. No se mereció la poesía la muerte de Vallejo, como tampoco la de Lorca. No quiero ni pensar qué hubiera sido la poesía de Lorca si hubiera vivido hasta los 80 años. Semejante monumento de vuelo de gracia. Me parece que así como la inmersión de Vallejo en sus entrañas es tan alta también lo es la inmersión de Rilke en el abismo, porque poner un pie en el abismo y revelarlo entero es muy difícil.

—Hay autores que encaran un libro cada vez diferente y otros van escribiendo el mismo libro con variantes, pero aspiran a una totalidad que no es más que una búsqueda desesperada por arribar a un nivel de expresión imposible puesto que el lenguaje, a pesar de su ductilidad y su magia, tiene sus límites. Entonces llega la desesperación… Tu obra se continúa libro a libro, no hay cortes. Se percibe un cosmos.
—Te voy a decir una cosa: obra la hacen los magníficos albañiles. Uno hace libritos. La suma de ellos son diferentes acordes, imagino, no sé, porque sobre lo que escribo tengo cierto desconcierto. Sobre todo cuando publico… Hace un rato, mientras te esperaba, me puse a ver mis propios poemas. Y, exactamente, la palabra es desconcierto. Desconcierto sobre qué se querrá decir ahí. Pero creo que si el diablo ayuda, sería lindo que alguna vez el trabajo de uno llegue a ser una cosmogonía. Y bueno, no hay deber ser en la poesía, todo deber ser es una postura errónea frente a la poesía . Ella tiene una libertad superior, es un juego que la razón no toca. Por eso Wallace Stevens decía que la poesía debe casi vencer a la inteligencia.

—Wallace Stevens también acercó, con su clásica lucidez, la poesía a la filosofía. En filosofía intentamos aproximarnos a la verdad a través de la razón y en la poesía intentamos aproximarnos a la verdad a través de la imaginación. Ambas aseveraciones, dice Stevens, están fundadas en la conveniencia. Debemos imaginar a la poesía como un igual en relación con la filosofía, remata.
Yo de filosofía casi no sé nada. Respeto mucho a los filósofos que son mucho más inteligentes y más cultos que yo. Pero la filosofía tiene muchos atisbos que empiezan con los presocráticos, quienes ya anuncian el átomo y en muchos casos tienen la dicción precisa de la poesía. Gran parte de la filosofía se ancló en la idea del ser y la idea del ser me parece a mí que es una suerte de paradigma que hay que revisar.

—Es una reflexión más filosófica que poética.
—No toda reflexión es filosófica. La poesía reflexiona también pero, creo, debe partir de un concepto emocionado. No el concepto de la razón pura y simple que puede dar la excelente búsqueda a través de la causalidad y el silogismo. Creo que el universo está interrogado por distintas partes. Está interrogado por el filósofo, por el campesino mirando el cielo de la noche. Interrogado por el poeta, por el maquinista solo que avanza sobre los rieles… Pero yo no he tenido más instrumentos en las manos que la poesía. No puedo hablar en desmedro de nada porque soy un hombre que he leído mucho y sigo siendo muy ignorante. Sólo puedo asegurar que si no escribo poesía el mundo se me derrumba.

* El autor leerá sus textos y dará una charla con Ivonne Bordelois, el 7 de diciembre a las 19 h en el ciclo de la Maestría en Escritura Creativa de la UNTREF (Juncal 1319, CABA). La entrada es gratuita, con previa inscripción, aquí

 

Poemas de Poesón (al universo) (2016)

LA IDEA DE DIOS

Se dijo que el hombre crea dioses
que inventan la totalidad
que inventa al hombre.

Si fuera por Dios
estaría fuera de ese círculo,
porque él es sólo el impulso de la materia
por retornar
de su propia, inalcanzable, lejanía.

Y es esa memoria
……………………….no Dios,
…………………………….la que trasciende.

¿Cómo hallar un lugar para su reino,
si hay en el caos
……………………..un solo sitio fijo
y lo ocupa
el parto
…………sin madre
…………de la muerte?

Con el nombre de Dios
peregrina la energía. En el camino
ese cúmulo atómico
fue bienhechor, verdugo,
fue muchos y fue nadie.

No tiene otra entidad que ese pasaje.

Lo intuyen imponente.

Y esa magnitud
…………………….no es más que la inmensidad del viaje.

 

NEUTRINOS

Nos atraviesan.
No los detiene
la ofuscación del astro
ni los varía
la lenta insolencia del cometa.

Una lluvia interminable
en los predios
…………………..sin edad
…………………………..del espacio
que contiene estos sistemas
que no están donde creen
pues todo ocurre en un tiempo perdido.

Hilo por hilo unen
la materia
……………. al vacío.
Y en esa trama eres otra línea de fuga.

Los neutrinos te sostienen aquí,
latente.
…………..Sólo un momento.

Para que el mundo pueda construirse
lo que existe
………………..no debe saber que ya se ha ido.

 

ESTRELLA FUGAZ

Una mota de polvo raya la atmósfera
y el hombre
ve caer una estrella.

Un fenómeno producido
por la ionización del aire
y por el observador que padece
el don de la inmensidad.

También él, como esa partícula,
viajó por los cometas,
perdió masa,
brilló como nadie
y descendió,
……….lleno de distancias,
……………….sobre el planeta.

En el trayecto
curvó el espacio
con la sensación de su existencia,
y estuvo antes y después
en este mismo ser
que ahora pide un deseo.

………….Para siempre, pide.

Y la estrella desaparece en él
………………………………………y él
…………………………………………..en la tierra.

 

MUNDOS PARALELOS

En los mundos paralelos
el mismo acto,
con iguales protagonistas,
modifica los hechos,
cambia el final,
trastorna el argumento.

No hay un único destino,
cada opción se cumple
(esa lección está en los sueños).

Si en la suma de todas las combinaciones
está el tiempo abolido,
la eternidad, entonces, no tendría extensión
y podría permanecer
en una inminencia absoluta
el universo.

El busca esa potestad.
Y apuesta.

Pero el azar no descansa.

Si el Todo para cada designio crea un mundo
el azar
……….para cada mundo
………………………………..crea un espejismo.

 

María  Malusardi (Buenos Aires, 1966) es escritora, docente y periodista. Se desempeñó como periodista en los diarios Clarín, Perfil cultural y La Gaceta Cultural, entre otros. Colabora en diversos medios digitales de Latinoamérica. Publicó los libros de poesía el descenso de jacqueline du pré y otros poemas (Ediciones en Danza, 2018), el desvío y el daño (Buenos Aires Poetry, 2017), el sastre (Ediciones en Danza, 2015), artista del trapecio (Alción, 2014), la música (El suri porfiado, 2013), el orfanato (Alción, 2010), trilogía de la tristeza (Alción, 2009), museo de postales (El Suri Porfiado, 2008), diálogo con pescadores (Alción, 2007), variaciones en la niebla (Alción, 2005), la carta de vermeer (Alción, 2002) y El accidente (Mascaró, 2001).


Leopoldo Castilla (Salta, 1947)

Poeta y narrador, Leopoldo Teuco Castilla es hijo del poeta Manuel J. Castilla. Su trayectoria poética ha sido reconocida con numerosos premios y distinciones, entre ellos el Premio Konex 2014, el Premio Literario Academia Argentina de Letras 2016, el Premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes (2000) y el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía (2018). El viaje es uno de los grandes motivos de su obra. Su poesía ha sido traducida al inglés, francés, italiano, sueco, portugués y ruso.

Poesía
Baltasar, Córdoba, Nudista, 2018
La insolazone (antología poética), Rimini, Italia, Raffaelli Editore, 2018
La tienda de los milagros (antología personal), La Paz, Bolivia, Plural,2017
Ngorongoro, Córdoba, Nudista, 2017
Era el único planeta que cantaba, Antología poética, Madrid, Visor, 2016
Nacer incendia (antología poética), Lima, Summa, 2016
Viento Caribe , Caracas, PDVSA, Petrocaribe y editorial Tesalia, 2015, traducido al inglés por Lorena Wolfman y al francés por Stephane Chaumet – Córdoba, Nudista, 2016
El cantar del catatumbo, Buenos Aires, Desde la Gente, 2014
Tiempos de Europa, Buenos Aires, El Suri Porfiado, 2014
Gong (Canto al Asia), Buenos Aires, La Letra Impar, 2012
Anzoología , Santiago del Estero, Secretaria de Cultura, 2012 – Córdoba, Nudista, 2016
Guarán, Salta, Ediciones Cornejo Aráoz, 2012
Coirón, Buenos Aires, Ediciones del Zorrito, 2011
Manada, Buenos Aires, El Mono Armado, 2009 – París, Al Manar, 2015
Le voleur de tombes, París, L´Oreill du Loup, 2009
Antología poética, Caracas, Monte Avila, 2008
El Amanecido, Buenos Aires, El Mono Armado, 2005
Bambú, Buenos Aires, El Mono Armado, 2004
Línea de Fuga, Buenos Aires, El Mono Armado, 2004
Libro de Egipto,  Buenos Aires, Ultimo Reino, 2003
Nunca, Buenos Aires, Ultimo Reino, 2002
Antología Poética, Buenos Aires, Fondo Nacional de las Artes, 2001
El árbol de la copla, Buenos Aires, Ediciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, 1999
Baniano, Madrid, Verbum, 1991
Poesía argentina actual (compilador), Estocolmo, Siesta, 1988
Nueva poesía argentina (compilador), Madrid, Hiperión, 1987
Teorema natural, Madrid, Hiperión, 1985 – Buenos Aires, Hilos Editora, 2013
Campo de prueba, Buenos Aires, Libros de Tierra Firme, 1985
Versión de la materia, Madrid, Editorial Estaciones, 1982
Generación terrestre, Salta, Dirección de Cultura, 1974
La lámpara en la lluvia, Salta, edición de autor, 1971
El espejo de fuego, Salta, edición de autor, 1968

Narrativa
El Arcángel (novela)Buenos Aires, Catálogos, 2007
La canción del ausente (relato), Rosario, Ciudad Gótica, 2006
Diario en la Perestroika (crónica), Moscú, Progreso, 1990
La luz naranja (relato) Soria, Diputación de Soria, 1984
Odilón (relato), Salta, Dirección de Cultura, 1975

Links
Poemas. En op.cit. Alpialdelapalabra / Festival de Poesía de Mendoza 2014 / El Placard / El Vendedor de Tierra / La Infancia del Procedimiento
Entrevistas. «La poesía es la gran tabla del náufrago», por S. Kisielewsky / «La poesía es un regalo», por A. Pérez Guzmán
Audio. Entrevista en Radio Nihuil