Pasolini: Nada personal, en versiones de Jorge Aulicino

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Nada personal, de Pier Paolo Pasolini, Bs. As., Ediciones en Danza, 2016

Ediciones en Danza presenta una colección de poemas políticos de Pier Paolo Pasolini. Parte de estos textos habían sido publicados en formato de ebook en 2014 por el sitio Poesía Argentina. A continuación, fragmentos de la nota introductoria y cuatro poemas del libro.

 

Fragmentos del prólogo, por Jorge Aulicino

♦ Una percepción sagrada del mundo humano le permitió ago Pier Paolo Pasolini (1922-1975) convertirse en el mejor crítico de las grandes instituciones de su tiempo en Italia: el Partido Comunista y la Iglesia Católica. Pero por sobre ellos, vio lo que llamó «el más represivo de los totalitarismos», la sociedad de consumo, una cultura unificadora universal. Esta visión crítica, de la que se nutre su poesía, tenía en cuenta sin embargo una segunda fuente: el impacto de ese mundo en las raíces emocionales del autor, en su percepción de un universo atávico e irracional, el mundo del mito, redefinido por Cesare Pavese en la década de los años treinta del siglo pasado. Sin esta base, la poesía urgente de Pasolini acaso no hubiese perdurado. Y de hecho, toda la polémica que hizo pivote sobre su obra literaria, no hubiese tenido sentido, puesto que lo que se puso en cuestión fue precisamente una especie de obsesión pasoliniana en el universo no histórico, que perduraba en el subproletariado urbano, ni institucional ni clasista.

♦ «Mi madre era como Sócrates para mí. Tenía, y tiene, una visión del mundo sin duda idealista e idealizada. Ella cree de verdad en el heroísmo, en la caridad, en la piedad, en la generosidad. Yo he absorbido todo eso de manera casi patológica», dijo en 1971, en una entrevista con Darcia Maraini para Vogue. Su formación estuvo ligada a las ciudades del norte de Italia por las que deambuló con su familia, pero especialmente a Casarsa, donde se casaron sus padres.

♦ Pasolini escribió en formas métricas clásicas o con lenguaje natural y coloquial en versos libres sobre las más diversas cuestiones, líricas e ideológicas, lo que guarda relación con su visión total del fenómeno literario y social: «La ideología política es la marxista, pero la ideología estética proviene de la experiencia decadentista aunque profundamente modificada, y arrastra consigo los restos de una cultura superada: evangelismo, humanitarismo», se definió en 1961. Pasolini creía entonces. Su base católica le impedía concebir un mundo no trascendente. Era poeta: «He vivido dentro de una lírica, como todo obseso».

 

Al Príncipe

Si regresa el sol, si cae la tarde,
si la noche tiene un sabor a noches futuras,
si una tarde de lluvia parece regresar
de tiempos demasiado amados y nunca poseídos del todo,
yo no soy feliz ni de gozarlos ni de sufrirlos:
ya no siento delante de mi toda la vida.
Para ser poetas, hay que tener mucho tiempo:
horas y horas de soledad son el único modo
de que se forme algo, que es fuerza, abandono,
vicio, libertad, para dar estilo al caos.
Yo, tiempo ya tengo poco: por culpa de la muerte
que se abalanza en el atardecer de la juventud.
Pero por culpa también de este nuestro mundo humano,
que a los pobres quita el pan, a los poetas la paz.

 

Al Principe

Se torna il sole, se discende la sera,
se la notte ha un sapore di notti future,
se un pomeriggio di pioggia sembra tornare
dai tempi troppo amati e mai avuti del tutto,
Io non sono più felice, nè goderne né di soffrirne:
non sento più, davanti a me, tutta la vita…
Per essere poeti, bisogna avere molto tempo;
Ore e ore di solitudine sono il solo modo
perché si formi qualcosa, che è forza, abbandono,
vizio, libertà per dare stile al caos.
Io di tempo ormai ne ho poco: per colpa della morte
che viene avanti, al tramonto della gioventù.
Ma per colpa anche di questo mondo umano
che ai poveri toglie il pane, ai poeti, la pace.

 

A las campanas de Orvieto

Signo del único dominio, de la miseria
absoluta: ¿por qué entonces, inciertas, múltiples,
suenan, campanas, en la mañana dominical?
Al tren detenido, en la estación blanca y empapada
de esta ciudad encerrada en su viejo silencio,
traéis, fresquísimo, un espasmo de vida.
Casas, alrededor, apartadas, calles, prados, edificios,
pasos a nivel, canales, campos neblinosos,
son la materia, no de este fugaz, intacto, sonido,
sino de una íntima y eterna dulzura de ustedes…
¿Quiere decir que en el fondo del despiadado poder
hay un miedo vital, en el fondo de la resignación
un poder misterioso, y feliz, de vida?

 

Alle campane di Orvieto

Segno dell’unico dominio, della miseria
assoluta: perché allora così incerte, molteplici,
suonate, campane, nel mattino domenicale?
Nel treno fermo, nella stazione bianca e bagnata
di questa città, chiusa nel suo vecchio silenzio,
voi portate, freschissimo, uno spasimo di vita.
Case, intorno, appartate, strade, prati, palazzi,
passaggi a livello, canali, campi nebbiosi,
sono la materia, non del vostro fugace, intatto suono,
ma di una vostra intima ed eterna dolcezza…
Vuol dire che nel fondo dello spietato potere
c’è una paura vitale, in fondo alla rassegnazione
un potere misterioso, e felice, di vita?

 

El deseo de riqueza
del subproletariado romano

Los observo, estos hombres, educados
en otra vida que no es mía: frutos
de una historia tan distinta, y reencontrados,
casi hermanos, aquí, en la última forma
histórica de Roma. Los observo: en todos
hay como el aire de un pastor que duerme
armado de cuchillo: en sus jugos
vitales se extiende una tiniebla intensa,
la papal ictericia de Belli,
no púrpura, sino rojizo opaco,
bilioso cocido. La ropa interior, debajo,
fina y sucia; en el ojo, la ironía
que trasunta su húmeda, roja,
indecente inflamación. La tarde los expone
casi en ermitas, en reservas
hechas de callejones, paredones, pasillos
y huecos perdidos en el silencio.
Es sin duda la primera de sus pasiones
el deseo de riqueza: sórdido
como sus miembros no lavados,
oculto, y al mismo tiempo descubierto,
privado de todo pudor; como sin pudor
es el ave de rapiña que revolotea pregustando
tácita el bocado, o el lobo, o la araña;
ellos codician la plata como gitanos,
mercenarios, putas: se lamentan
si no lo tienen, usan lisonjas
aviesas para obtenerla, se glorian
plautinamente si tienen el saco lleno.
Si trabajan -trabajo de mafiosos matarifes,
feroces lustradores, invertidos dependientes,
tranviarios holgazanes, tísicos ambulantes,
peones buenos como perros – sucede
que tienen igualmente un aire de ladrones:
mucha ávida astucia en esas venas…
Han salido del vientre de sus madres
para reencontrarse en veredas o en prados
prehistóricos, y anotados en un registro
que de toda historia los quiere ignorantes…
Su deseo de riqueza
es, así, bandidesco, aristocrático.
Como el mío. Cada uno piensa para sí,
para vencer la angustiosa apuesta,
en decirse: «Está hecha», con un guiño de rey…
Nuestra esperanza es igualmente obsesa:
estetizante, en mí, en ellos anárquica.
Al refinado y al subproletariado espera
el mismo orden jerárquico
de sentimientos: ambos fuera de la historia,
en un mundo que no tiene otras aberturas
que hacia el sexo y el corazón,
otra profundidad que en los sentidos.
en donde la alegría es alegría, el dolor dolor.

 

Il desiderio di ricchezza
del sottoproletariato romano

Li osservo, questi uomini, educati
ad altra vita che la mia: frutti
d’una storia tanto diversa, e ritrovati,
quasi fratelli, qui, nell’ultima forma
storica di Roma. Li osservo: in tutti
c’è come l’aria d’un buttero che dorma
armato di coltello: nei loro succhi
vitali, è disteso un tenebrore intenso,
la papale itterizia del Belli,
non porpora, ma spento peperino,
bilioso cotto. La biancheria, sotto,
fine e sporca; nell’occhio, l’ironia
che trapela il suo umido, rosso,
indecente bruciore. La sera li espone
quasi in romitori, in riserve
fatte di vicoli, muretti, androni
e finestrelle perse nel silenzio.
È certo la prima delle loro passioni
il desiderio di ricchezza: sordido
come le loro membra non lavate,
nascosto, e insieme scoperto,
privo di ogni pudore: come senza pudore
è il rapace che svolazza pregustando
chiotto il boccone, o il lupo, o il ragno;
essi bramano i soldi come zingari,
mercenari, puttane: si lagnano
se non ce n’hanno, usano lusinghe
abbiette per ottenerli, si gloriano
plautinamente se ne hanno le saccocce piene.
Se lavorano – lavoro di mafiosi macellari,
ferini lucidatori, invertiti commessi,
tranvieri incarogniti, tisici ambulanti,
manovali buoni come cani – avviene
che abbiano ugualmente un’aria di ladri:
troppa avita furberia in quelle vene…
Sono usciti dal ventre delle loro madri
a ritrovarsi in marciapiedi o in prati
preistorici, e iscritti in un’anagrafe
che da ogni storia li vuole ignorati…
Il loro desiderio di ricchezza
è, così, banditesco, aristocratico.
Simile al mio. Ognuno pensa a sé,
a vincere l’angosciosa scommessa,
a dirsi: «È fatta,» con un ghigno di re…
La nostra speranza è ugualmente ossessa:
estetizzante, in me, in essi anarchica.
Al raffinato e al sottoproletariato spetta
la stessa ordinazione gerarchica
dei sentimenti: entrambi fuori dalla storia,
in un mondo che non ha altri varchi
che verso il sesso e il cuore,
altra profondità che nei sensi.
In cui la gioia è gioia, il dolore dolore.

 

Casi a la manera de Ajmátova, para ella

Un poeta dice que un poeta es un gorrión
que repite toda la vida las mismas notas.
Las tuyas son las notas de un gorrión que cree
que su vida es toda la vida.

Nadie va a desilusionar a un gorrión, porque
a un gorrión no se lo puede desilusionar:
su seguridad es como la presencia –
sobre la tierra- de Tsárskoye Seló.

¿Ha pasado la revolución sobre Tsárskoye Seló?
Por cierto, ha pasado, pero simplemente como
«un evento que no tiene igual»: (1)
el gorrión ha continuado cantando.

Nada existe si no se mezcla con el misterio:
¿qué testimonio tendríamos de los «eventos»
si no cantase antes y después de ellos
un gorrión con su canto leve y severo?

(1) Son palabras de Ajmátova

 

Quasi a la maniera dell’Achmatova, per lei

Un poeta dice que un poeta è un passero
che ripete tutta la vita le stesse note.
Le tue sono le note di un passero che crede
che la sua vita sia tutta la vita.

Nessuno va a disilludere un passero, perchè
un passero non può farsi disilludere:
la sua sicurezza è come la presenza –
sulla terra – del paese de Carskoe Selò.

È passata su Carskoe Selò la rivoluzione?
Certo, è passata, ma semplicemente come
«un evento che non ha l’eguale»: (1)
e il passero ha continuato a cantare.

Nulla esiste se non si misura col mistero:
che testimonianza avremmo degli «eventi»
se non cantasse prima e dopo di loro
un passero col suo canto lieve e severo?

(1): Sono parole dell’Achmatova.

 


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